lunes, noviembre 14, 2005

Estrellas

Mi primera estrella fue fugaz, la miré, me gustó, vino hacía a mí y desapareció, no hubo nada más.
Mi segunda estrella fue triste, se alegró con mi compañía. Se iluminaba para mí y por mí, se dedicó a embellecerme el cielo y a quitarme la visión de las demás estrellas. Un día divisé a otra estrella y entristecí porque mi estrella me ocultaba las cosas hermosas del cielo y la dejé allí, sola, sin mí.
Mi tercera estrella fue radiante, me contagiaba su luminosidad, me atrajo con tanto brillo y me quedé a su lado hasta que su resplandor empezó a enceguecerme, no podía verla más, tuve que irme lejos.
En el camino encontré a mi cuarta estrella, la confundí, y la tomé, fui muy feliz con ella, pero esta estrella buscaba a otra muy parecida a mí y yo buscaba a una estrella muy parecida a ella, sin embargo podíamos vivir felices con la confusión, pero yo decidí continuar.
Mi quinta estrella, no sé hasta ahora si fue estrella, pero lo simuló muy bien. Fue la estrella más vacilante que tuve y nunca lo supe hasta el final, pero vivimos muy felices juntos, hasta que dejó de iluminarme y sólo me dio oscuridad, entonces decidí partir.
Mi sexta estrella fue un lucero, era grande y yo pude llegar hasta ella, me alojó en su seno y me acurruqué como un bebé, me sentí segura a su lado, pero los luceros desaparecen y me hizo prometer que me iría con él, no pude hacerlo, había mucho cielo por conocer aún.
Ahora sólo las miro, algunas aún me llaman, me miran desde arriba, hasta que decida otra vez subir, pero debo descansar, ahora es de día.

Sombras

Él, caminaba por el parque y veía las sombras...perdón observaba las sombras. Solía decir que la gente no entendía nada porque no observaba, sólo miraban y caminaban como ciegos que habían desarrollado ya un sentido de alerta que les permitía vivir como si observaran verdaderamente. Él era Paco, pensaba que examinando las sombras se podía saber el lado oculto de los demás y el tipo de gente que era el dueño de aquella sombra.
Se la pasaba asustando a los más pequeños con sus ideas fuera de lo común y a veces hasta tenebrosas; sin embargo nunca nadie olvidará el día en que estuvimos reunidos en su casa para aquellas festividades del Día de San Valentín cuando Martín su mejor amigo llevó a su enamorada quien por primera vez aceptó salir con él de una manera tan formal, Paco sin siquiera mirarla a la cara y con los ojos fijos en su sombra le dijo “qué haces con esa ramera que se está burlando de ti” su frente estaba completamente encogida, su cara era de total indignación, no podía soportar tenerla cerca y se armó un gran escándalo por ello, él la echó de su casa y Martín se fue con ella prometiendo romperle la cara si se cruzaba en su camino. Sus hermanas, su madre y sus tías lo obligaban a que les dijeran porqué había actuado de esa manera, él sólo respondía “es cierto, ella se está burlando de él. Mírenle la sombra, miren detenidamente y verán que se ríe de él”. Esto acabó con la paciencia de todos quienes empezaron alejarse de Paco porque parecía estar demente, ahí fue cuando Paco empezó a volverse un tanto ermitaño.
Tiempo después llegó Martín a casa, llegó acongojado y nos contó que Rita la enamorada por la cual ocurrió todo ese embrollo estaba comprometida y lo había estado usando para divertirse mientras su futuro esposo trabajaba para pagar la lujosa boda que ella quería, desde un rincón se le escuchó a Paco decir “yo te lo dije y no me creíste” pero en lugar de que este hecho trajera la unión de los dos amigos, Martín le increpó el porqué no se lo había contado y le exigió que le dijera desde cuando lo sabía. Nadie creyó en Paco cuando aseguró que lo supo el día que se lo dijo, el día en que la conoció por primera vez...perdón en que conoció a su sombra porque nunca la miró a la cara.
La verdad es que todos pensaban que Paco era un excéntrico, por eso le habían aguantado muchas cosas pero lo último empezaba a preocupar a todos, a decir verdad a veces parecían creerle porque pasaban cosas muy raras, pero como siempre que hay algo que no podemos explicar lo negamos, nadie hablaba más del asunto. Como aquella vez en que Paco miró a su abuela totalmente sana y dijo “Pobre está muy enferma”, al otro día la abuelita cayó en cama de una enfermedad muy grave que casi la mata. Y cuando era niño, antes de que descubriera lo de las sombras, descubrió que mirando el movimiento de los ojos de la persona dormida podías intuir lo que estaba soñando y casi nunca fallaba, digo casi nunca porque a veces no podía ver los sueños pero siempre respondía “lo que pasa es que hay gente que no recuerda lo que soñó porque no puede ver bien su sueño y si ella no puede verlo mucho menos podré hacerlo yo”. Era una digna respuesta de un niño de su edad, esa no era la respuesta correcta.
Así pasaron los años y su familia se fue acostumbrando a sus teorías, pero ahora ya de adulto empezaban a preocuparse todos por él. Estudió Psicología pero lo abandonó porque decía que era un engaña muchachos, que allí no se aprendía nada sobre las personas. Pero esta vez él estaba dispuesto a comprobar que su hipótesis sobre las sombras era cierta, no sabía cómo pero lo iba a lograr así que empezó su labor de observador y todos los días paseaba por los parques a buscar sombras y comprobar lo que había visto conociendo a las personas. Hizo algunos amigos pero en cuanto comprobaba lo que quería los desechaba, eso provocó que las personas lo repudiaran y se corriera la voz de la clase gente que era. Un día decidió ir a una reunión de cristianos porque pensó que allí encontraría interesantes sombras, fue un despelote, provocó que lo echaran del lugar y todos quedaron muy ofendidos. Paco que nunca controlaba su indignación los llamó desde farsantes hasta sacrílegos y los acusó de andar lucrando con la fe de gente ingenua.
Mientras más sombras observaba se daba cuenta que las personas eran un manojo de defectos, que no hacían nada por ayudarse al contrario las escondían, por eso cada vez empezaba a convencerse que las sombras eran el reflejo de las malas acciones y pensamientos de quien las poseía. Frecuentó a muchas personas en este experimento. Conoció a un joven que cuando mencionaba a sus padres siempre sonreía, lo raro era que su sombra le decía que él tenía mucho resentimiento hacia ellos porque siempre prefirieron a su hermano menor, no parecía ser mala persona, pero guardaba mucho rencor dentro lo que haría que algún día se contaminara todo su ser, según las teorías de Paco.
Su mayor esfuerzo fue intentar hablar con un anciano amargado quien era conocido por sus hostilidades con la gente y lo malintencionado de cada uno de sus comentarios, volvía un caos cada vivienda a la que entraba con su lengua viperina, en una ocasión logró desintegrar un matrimonio con sus imparables chismes y comentarios. La gente solía decir que vivía amargado porque nunca pudo tener una familia ya que la persona con la que vivió 15 años de su vida un día lo dejó solo con una casa totalmente vacía, para irse al extranjero con su amante y los hijos de su amante, sólo le dejó una nota diciéndole que le agradecía los años vividos pero que no soportaba más pasar todo el día en casa sola mientras él trabajaba; sin embargo gracias a eso ella pudo tener una vida cómoda y los ahorros suficientes para fugarse y llevarse todas las cosas a otro país junto con su amante y los hijos de su amante a quienes sólo le alcanzó el dinero por tres meses, luego él consiguió a otra mujer con mucho más dinero para disfrutar de la vida cómoda a la que estaban acostumbrados, mientras ella trabajaba día y noche para que regresara a su lado. Pronto ella se cansó de todo y volvió al lado de su ex esposo a implorar su perdón y continuar llevando la vida cómoda que siempre tuvo a su lado, pero con la recia barrera que formó el rencor ni se inmutó por la triste situación de su ex esposa. Ella lloró, imploró y hasta se arrodilló para que por lo menos la dejara quedarse unos días hasta que pudiera conseguir un empleo o un lugar donde vivir. Ya que, antes de que todo pasara sólo fueron los dos siempre, solo los dos se tenían, y él lo sabía pero ya no le importó. Ni siquiera se compadeció la vez en que la vio dormir en la calle tapada con unos periódicos mojados por la lluvia, cuando la gente le reclamaba por su mal corazón él respondía muy acongojado “esto me duele más a mí, pero de algún modo tiene que aprender”, lograban convencer con esas falsas palabras pues en verdad no sentía nada y hasta gozaba cuando la veía en ese estado, hasta que desapareció y él jamás supo de ella, ni se inmutó con su desaparición como si nunca hubiera existido para él. Con los demás era bueno, noble, nadie podía decir nada malo de él pero en el fondo despreciaba a todos los que estaban a su lado y no soportaba ninguno de sus logros, cuando llegó a la vejez ya no pudo ocultar más sus odios y sus rencores, ya no pudo engañar más a la gente y todos los que alguna vez creyeron en sus palabras sinceras empezaban a darse cuenta que en realidad eran malintencionadas. En ese estado se encontraba Don Víctor cuando Paco lo conoció, Paco comprobó todas las maldades de su corazón y el envenenamiento del que había sido víctima Don víctor a causa del rencor, pero no hallaba diferencia entre la sombra y la persona, él era igual de oscuro y malévolo que su sombra, lo mismo le había ocurrido meses atrás cuando se hizo amigo de unos niños, la sombras no eran sombras, era tan claro como el alma de sus pequeños amiguitos, no había diferencia, ahora le volvía a fallar la teoría de las sombras, se hallaba a punto de darse por vencido y desistir de su idea loca sobre las sombras. Hasta que un día se le aclaró todo, se dijo a sí mismo “los únicos que son iguales a sus sombras son los niños y los ancianos, los niños porque son puros y no tienen maldad y los ancianos porque pasaron mucho tiempo sin deshacerse de su maldad y terminaron contagiándose por completo”. Había encontrado la solución, las personas que no tenían remedio eran las que se parecían a su sombra.
Muy contento por el descubrimiento fue donde uno de sus ex profesores -quien siempre reprobaba la ideas de Paco- y empezó con su teoría:
- Las sombras son como el armario del alma, cuando queremos hacer pasar a alguien a nuestra habitación pero no queremos limpiarla como es debido guardamos todo lo feo y lo que puede dar mal aspecto en el armario y a veces eso se queda allí por mucho tiempo hasta que hacemos una limpieza general y logramos deshacernos de todo u ordenar las cosas. Pues igual pasa con nuestra alma, nosotros por no limpiarla como es debido y no deshacernos de malos sentimientos, sólo la escondemos para que la gente no conozca nuestro lado sucio, todo eso se esconde en nuestras sombras. Cuando no llega el día de la “limpieza general” y pasa demasiado tiempo, igual que ocurriría con nuestro armario al abrir la puerta después de haber pasado gran parte de nuestra vida guardando cosas allí, todo cae contaminando todo nuestro ser, ya es demasiado tarde. Le pongo un ejemplo: Don Víctor escondió por mucho tiempo el rencor por lo que le ocurrió, todo fue almacenado en su sombra, todos los malos sentimientos que despertaba ese resentimiento pero - como a todos- eso le avergonzaba y lo escondía para que los demás no se dieran cuenta, pasó mucho tiempo almacenando esos malos sentimientos hasta que ya no hubo más espacio para esconder más cosas y todo terminó dentro de él y de su sombra.
Su maestro lo había escuchado muy impaciente pues Paco se había ganado la ojeriza de todos sus conocidos y ni siquiera podían soportar escucharlo. Paco notó la impaciencia de su oyente y muy encolerizado salió gritando e insultando “no te necesito, he comprobado lo que quería y ya no te necesito, eres un maestro mediocre que sólo engaña a los jóvenes con teorías que ni siquiera son tuyas” Paco siempre terminaba sus conversaciones de esa manera una vez que había logrado lo que quería.

Efectivamente, Paco logro descubrir el secreto de las sombras y fue el único que se atrevió a investigar más allá el porqué de las sombras. Pero él nunca pudo verme, estuvo tan ocupado en decirles a los demás lo que eran en realidad que no se le ocurrió mirarme y saber lo que él era y corregir sus defectos, un día no pudo más y él se volvió como yo, ahora somos dos sombras, las más oscuras que han existido. Ahora sí puede verme y sólo me tiene a mí, aunque quisiera no tenerme. Nadie mira nunca su propia sombra porque es su lado oscuro y tenebroso y la gente nunca ha querido ver lo que tiene de malo, hubiese querido que Paco al descubrir todo me mantuviera transparente como las sombras de los niños pero nunca me miró, ahora nos hallamos los dos solos encerrados en un pequeño cuarto donde a terminado Paco porque ya no tiene amigos y no hay nadie que quiera tenderle la mano, es un cuarto sucio que estaba abandonado, sin siquiera ventanas, no hay luz, la única luz que entra es la del sol y de la luna. Paco odia los días de Luna, porque nunca me he visto más grande y más oscura que en esos días, y él nunca se ha visto tan pequeño que en esos días…los días de luna llena.

martes, noviembre 08, 2005

Futuro


Cuando vuelvo la mirada, empiezan los recuerdos
Cuando vuelvo a mi presente empiezan las dudas
Cuando vuelvo a lo abandonado empieza mi martirio
Cuando vuelvo a mí comienza todo otra vez.

Almas


Corro, juego, río
De lejos me miran con odio
Abrazo, beso, amo
De lejos me miran con odio
Recibo, agradezco, devuelvo
De lejos me miran con odio
Lloro, sufro, caigo…
De lejos me miran… y sonríen

lunes, noviembre 07, 2005

Un día después del verano

Alicia y Manuela daban el paseo acostumbrado de cada mañana, era el último día de sus vacaciones y sentían aquella triste sensación de los adolescentes cuando una etapa feliz termina, no sabían cómo parar el tiempo. Las mañanas eran dedicadas a las caminatas por la arena, y jugaban en el mar, ajenas a todo lo que les ocurriría. Decidieron caminar descalzas por todo el malecón, sin importar las vidrios rotos que encontraran en el camino “será nuestra preparación para la vida” dijo Manuela con una risa sádica y comenzaron el calvario impuesto por ellas.
La gente las miraba con desprecio, era un malecón donde sólo circulaban delincuentes, prostitutas y ambulantes quienes no habían tenido tiempo de cometer locuras propias de su edad ya que pertenecían a un nivel distinto al de ellas y veían esa reacción tan inoportunamente estúpida en un momento como ese. Había ocurrido la tragedia más grande en los últimos diez años, y no por un desastre natural sino provocado exclusivamente por el ser humano. La pequeña ciudad se hallaba muy consternada con el hecho, las calles estaban casi vacías y los que se aventuraban a salir de vez en cuando andaban muy callados, no hablaban unos a otros y no había el bullicio característico de una ciudad, aunque sólo haya sido una ciudad muy pequeña.
Manuela decidió que debían pasar ese último día libre juntas (ella siempre decidía) y le ordenó que fuera por sus cosas porque esa noche se quedarían en su casa y se trasnocharían y llorarían por lo que vendría. Alicia también pensaba que su tragedia era mayor que la de los demás y no era justo lo que sus padres hacían, no era justo lo que la ciudad entera hacía, “ellos” eran totalmente desconocidos y querían que todos olvidaran sus problemas por los suyos y se unieran a una causa común. Pero nadie podía quitarles esa sensación dolorosa que sentían, ese dolor tan egoístamente digno de su edad.
Ambas habían crecido juntas, se conocieron cuando aún usaban pañales y bebían leche del biberón, estuvieron presentes en los momentos más importantes de sus vidas, vivían una al lado de la otra, el primer día de clases la pasaron juntas, sobrevivieron a la secundaria juntas a pesar de sus incontables discusiones y peleas, atravesaban juntas una de las etapas más difíciles de la vida: La adolescencia. Compartieron esa rara sensación de ver crecer sus senos y no saber cómo recibir el primer brassier comprado por sus mamás, el primer dolor menstrual, la primera experiencia de colocarse una toalla higiénica y ese cambio rudo de vida que significó al principio, el ya no poder jugar bruscamente, el correr y saltar por las camas porque en cualquier momento la "cosa roja" se venía interminable y manchaba todo si el protector estaba fuera de su lugar. Al principio les pasaba esto muy seguido, así que tuvieron que permanecer quietas en esos días hasta que empezaron a perder el interés por aquellos juegos y comenzaron a preocuparse por su aspecto.
Manuela vio nacer la primera espinilla de Alicia y Alicia vio crecer el primer bello púbico de Manuela. Manuela llevó el primer kit de depilación de las dos y Alicia llevó el primer kit de maquillaje de las dos. Manuela empezó a vestirse con ropa más sugestiva y Alicia empezó a salir con chicos. Estuvieron siempre juntas y tuvieron la suerte de compartir la misma aula en sus 12 años de estudiantes y ahora iban a tener que separarse y verse menos porque estudiarían en academias diferentes Manuela había decidido estudiar Medicina y Alicia, que siempre la admiró pero nunca quiso superarla, decidió estudiar Enfermería, se habían preparado para ello todo el tiempo pero no pensaron en lo duro que sería. Su familia siempre les recordaban que no podían pasar todo el tiempo juntas, algún día tendrían que separarse y sabían que ese día llegaría cuando acabara la secundaria y en cierta forma sentían el apoyo de sus familias, de alguna forma las entendían y comprendían sus salidas, pero a raíz de todo lo ocurrido en la ciudad ellas habían pasado a un segundo plano y no soportaban que se les diera más importancia a gente desconocida que a “su” desdicha la que se veía venir desde que eran muy niñas y a la que ellos mismos las habían preparado.
Alicia venía pensando todo aquello cuando se dio cuenta que estaba ya en casa de Manuela, entró a buscar a Manuela con mochila en mano y notó que algo le pasaba, “ha ocurrido una tragedia en tan poco tiempo” pensó “qué podría ser peor que la situación actual”. Su entrañable amiga de la infancia empezó a tartamudear al intentar contarle las cosas. La conocía bien, algo muy grave tenía que ser, ella jamás lloraba y esta vez parecía que iba a hacerlo. Manuela tomó aire y le dijo que su mamá acababa de darle la noticia de que se mudarían, Alicia suspiró pensando que no era tan grave, y para consolarla le dijo “qué tan lejos podrías ir en esta pequeña ciudad, a cualquier lugar donde vayas yo estaré contigo”. Manuela no soportó más y lloró como un bebé, Alicia recordó aquella ocasión en que de niñas peleaban en el colegio y al sentirse harta de perder siempre las peleas gritó “Manuela tiene la frente tan amplia y redonda como la tierra” todos sus compañeros se acercaron a mirarla y empezaron a murmurar que era cierto la señalaban y reían de esa manera tan cruel que sólo a un niño se les es permitido. Luego dándole una palmada en aquella amplia frente agregó “ven? Yo lo descubrí ahora soy Cristóbal Colón”. Manuela se sintió tan humillada que lloró desconsoladamente y le dejó de hablar por un mes. Nunca olvidó que gracias a ella tuvo su primer apodo en la escuela “La frentuche”. Alicia se sintió mal, pensó que Manuela lloraba por su culpa otra vez. Intentó consolarla, pero ella la regresó a su casa, se había recompuesto y con todo el orgullo que llevaba dentro le dijo que quería estar sola, que se fuera. Alicia no entendía nada pero siempre la obedecía y más cuando se ponía así de soberbia, le tenía cierto temor cuando se convertía en esa chica dura e implacable, sabía que era allí cuando más la necesitaba, pero siempre fue cobarde y nunca supo cómo enfrentar su miedo a ella, y fue algo de lo que se arrepentiría toda su vida.


Alicia era una joven delgada de cabellos largos y ojos marrones un poco tímida a veces otras muy extrovertida, solía hacer lo que otros le pidieran no le gustaba los enfrentamientos, le aterrorizaba pensar que alguien pudiera estar hablando mal sobre ella a pesar de que casi siempre caía bien a los demás, pensaba que tenía un problema para hacer amigos pero no se daba cuenta que tenía la facilidad de entablar una conversación amena con cualquier desconocido, le había pasado en muchas ocasiones pero ella quería creer que no era buena sociabilizándose lo que la llevaba a contar con muy pocos amigos y se aferraba a Manuela, su amiga de siempre, la que, sin saber cómo ya la había convertido en su mejor amiga y ella no tuvo que hacer nada para agradarle. La admiraba mucho por su fortaleza, porque podía decidir por las dos, por eso le gustaba imitarla y respetar lo que decía. Alguna vez sintió una ligera envidia hacia ella porque tenía todo lo que le hubiera gustado tener pero, por su debilidad de carácter sólo se animaba a admirarla y por la lealtad de amigas no podía odiarla ni envidiarla malsanamente, desechaba todos aquellos malos sentimientos que a veces surgían al compararse con ella, hasta que un día se aceptó como era, una joven de carácter blando que si bien no demostraba fortaleza demostraba ternura y era una personalidad que también le gustaba y así dejó de sentir ese sentimiento del cual ella estaba segura que si no se deshacía iba a crecer con ella y convertirse en aquello que veía en su tía, esa maldad interminable que perseguía a su madre por haber forjado un futuro mejor que el suyo, y terminaría aborreciendo a Manuela. Pensaba que no era justo terminar odiando a alguien sólo porque siempre fue como tenía que ser y porque ella no pudo serlo. Por suerte para las dos Alicia había visto casos similares muy cerca de ella y sabía lo que no quería ser.
Le gustaba mucho el chico que caminaba siempre con uno de sus profesores y que al pasar por su lado no lograba saber si la miraba a ella o a Manuela aunque se inclinaba a pensar que miraba a Manuela, todos casi siempre miraban a Manuela. Ni Alicia ni Manuela tenían una belleza típica, pero cada una tenía algo especial que atraía a los demás, Alicia era alta y delgada, tenía los ojos sobresalidos y los pómulos un poco anchos pero tenía una sonrisa que daba armonía a su rostro. Era la última de tres hermanos y la engreída de papá, su familia no era tan acomodada como la de Manuela pero era una de las familias más pudientes de aquella pequeña ciudad.
Manuela no era tan alta pero su delgadez no era tan notoria, sus ojos eran de un marrón profundo, tenía verdaderamente una frente bastante amplia, lo que le valió ser el centro de las burlas gracias a Alicia, pero todo lo demás tenía armonía en ella, nada en ella era bonito si intentaban encontrar una sola cosa bella en su rostro, pero en conjunto formaban algo agradable a la vista, solía gustar a simple vista pero enamoraba profundamente al dejarse conocer. Solía atraer a los hombres por su autosuficiencia y seguridad; a veces, hasta las chicas se sentían atraídas por tanta fortaleza, toda la que quería ser su amiga tenía que ceder ante ella. Y muchas lo hacían. Tenía espíritu de líder le gustaba ordenar pero no era injusta, nunca intentó que nadie hiciera algo que no quisiera o que la humillara. A pesar de que siempre demostraba ser muy fuerte era una chica extremadamente sensible. Sólo Alicia sabía ese secreto, no necesitó que se lo contara, Alicia supo notar que cada vez que algo realmente le afectaba intentaba demostrar que no necesitaba de nadie y si tenía que herir a alguien para demostrar que nada le importaba lo hacía, le gustaba que la respetaran. Pensaba que el flaquear delante de alguien haría que le perdieran el respeto. Detestaba la gente sumisa, pero se rodeaba de ella porque era con quienes nunca tendría problemas, no le gustaba depender de nadie. Desde niña fue quien tomó la batuta en esa amistad, solía defenderse sola y defender a su amiga Alicia, hasta cuando estaban peleadas lo hacía pero seguía en su obstinada labor de aplicarle la ley del hielo. Era orgullosa y caprichosa, nunca daba su brazo a torcer, siempre se amistaban porque Alicia empezaba a hablarle nuevamente, pero quería a Alicia como a una hermana, no dejaba que nadie que no fuera ella la maltratara, sufría cuando algo le ocurría. La vez en que Alicia tuvo Sarampión y faltó por un mes a la escuela, Manuela se enfermó, al principio de la tristeza de hallarse sola en los recreos porque no quería hablarse con nadie más que no fuera Alicia, luego también de Sarampión. Cuando Alicia regresó fue Alicia quien se enfermó otra vez, hasta que regresaron juntas al colegio. Los maestros andaban preocupados por ese fuerte lazo que habían desarrollado y sus padres empezaron a preocuparse más cuando ni la secundaria ni los novios que tuvieron las separó.


Era la última noche que se verían, era la primera vez que las habían matriculado en academias separadas y tomarían rumbos distintos, para cualquier otra pareja de amigas esto habría sido una tontería, pero para ellas era algo inconcebible, ni siquiera las hermanas pasaban tanto tiempo juntas como ellas, sus familias solían decirles “las siamesas” y a ellas eso les agradaba, preferían pasar más tiempo una con la otra que con sus novios lo que les traía problemas con ellos, querían salir juntas y ellos querían tiempo a solas. Cuando Alicia tuvo su primer novio Manuela tuvo que aceptar a alguien a quien no quería para poder salir los cuatro y no alejarse de ella. El problema que tenían era muy singular, sólo se presentaba entre los gemelos, pero ellas habían crecido tan unidas como los gemelos y si no fueron gemelas fue por un error de la naturaleza. Fueron fecundadas casi a la par, nacieron en el mismo hospital, el mismo día y en la misma habitación, allí sus padres se conocieron y descubrieron que eran vecinos, estuvieron una al lado de la otra en la incubadora, sus padres solían visitarse y ellas aún recién nacidas dormían siempre juntas, a veces la amamantaba la madre equivocada y se acostumbraron tanto a su olor una de la otra que ya no podían dormir separadas así que toda la noche se la pasaban despiertas por la tarde dormían cuando ya se hallaban en la misma cuna. Siempre Manuela avanzaba con una semana de anticipación, dejó los pañales una semana antes que Alicia, se destetó una semana antes, empezó a caminar una semana antes, dijo su primera palabra una semana antes, luego empezaron a ponerse a la par, celebraban los cumpleaños juntas pasaban la navidad y el año nuevo juntas hasta cuando se iban de vacaciones sus papás se ponían de acuerdo para que la pasaran juntas, al fin y al cabo eran sus vacaciones y tenían que disfrutarla. Sólo una vez Alicia tomó ventaja, tuvo su primer enamorado antes, a la siguiente semana Manuela tuvo el suyo.
Ahora iban a extrañarse, no sabían cómo sobrevivirían la una sin la otra. Pero Manuela sufría más porque ella ya sabía lo que pasaría, sus padres acababan de darle la noticia, por todo lo que ocurría en la ciudad y el peligro que significaba para ella, habían decidido mudarse “que tan lejos podrías ir en esta pequeña ciudad, a cualquier lugar donde vayas yo estaré contigo”escuchaba una y otra vez en su cabeza, pero no se mudaría dentro de la ciudad ni siquiera se mudaría dentro del país, se irían a vivir a Italia. Manuela era hija única de familia acomodada, sus padres aunque eran nacidos en el Perú tenían origen Europeo, un día quisieron pasar una temporada lejos de todos en una ciudad pequeña y los sorprendió la noticia de la llegada de Manuela, decidieron esperar hasta que nazca, luego esperaron hasta que crezca y empiece a desligarse de Alicia, luego entró al colegio y pensaron esperar hasta que termine la primaria y así hasta que terminó la secundaria, habían esperado tanto el momento de irse con los demás familiares y que mejor tiempo que ahora, que Manuela empezaría una nueva vida en nuevas escuelas o universidades y que se había desatado toda esta situación tan peligrosa en la ciudad, era tiempo de irse.
Por su parte Alicia no lograba entender la actitud de Manuela, porqué dejaba pasar su último día juntas, se moría por pasar todo el tiempo con ella pero decidió una vez más no acercarse a ella por miedo a su rechazo y dejar pasar un poco más de tiempo,
algo de lo que se arrepentiría toda su vida.

La ciudad era muy pequeña y relativamente tranquila, estaba situada junto al mar, allí el tiempo nunca pasaba, los habitantes iban y venían pero nunca la olvidaban. Era como una madre de las de antaño, tenía a los hijos, los cuidaba y cuando llegaban a la mayoría de edad los arrojaba de su seno o huían de ella porque jamás cambiaba y no podían soportarla más, pero continuaba siendo el gran amor de sus vidas y de cuando en cuando se daban un tiempito para ir a visitarla. El murmullo del mar era lo que le daba una paz infinita al lugar y un tedio terrible a los que no tenían oportunidad de nada más que oír el mar. La paz es algo que siempre se busca pero cuando está presente cualquier motivo es bueno para alejarla.
Un buen día, o tal vez un malísimo día, se instaló una fábrica en la ciudad, fue algo que mantuvo alborotado a todos, al fin saldrían de aquella rutina, una fábrica tal vez hiciera crecer a “la madre”. Pero, nadie la haría cambiar, ella siempre sería la misma ciudad antigua a donde el “progreso” no llegaría y constantemente terminaría arrojando a los huéspedes indeseables. Anteriormente llegó un empresario que instaló muchos negocios y convirtió a la zona, por unas semanas, en una feria, todos salían por la noche porque en muchas calles las luces de neón iluminaba más que un poste de alumbrado público y daban sensación de seguridad. Las mamás dejaron de lado a sus hijos por salir a pobrar suerte en los tragamonedas, los hijos no conversaban con sus padres porque pasaban mucho tiempo en los nuevos negocios junto con sus amigos, los esposos descuidaron su hogar por pasarse tomando unas copas después del trabajo. Uno de los negocios más exitosos fue una dulcería. Allí se reunían jóvenes, familias, parejas, tenía de todo, se convirtió en un lugar ameno pero tuvieron la mala suerte de cometer el primer error, un error que le costó caro al propietario porque tuvo que retirarse de la ciudad con todos sus negocios. El lugar era completamente higiénico y de eso se cuidaban mucho, tanto que siempre tenían un pequeño pero poderoso sobre de insecticida que echaban en todos los bordes del local antes de retirarse y que limpiaban cuidadosamente al empezar el día, solían guardarlo en una repisa especial. Un día festivo tuvieron que permanecer con el local abierto por más tiempo, la empleada que se encontraba ya con el sobre en la mano, al ver a los clientes ingresar con el permiso del dueño, lo colocó al filo de una repisa que se hallaba justo arriba de una fuente de mazamorra, tan mal dobló el sobre que cuando fue a atender a los consumidores poco a poco se fue abriendo y cayendo en la fuente, comieron tres familias de aquel eficaz veneno, cuando empezaron a convulsionar aún nadie podía entender el porqué, al darse cuenta la empleada de lo que había ocurrido no perdieron ni un minuto para abandonar el lugar, los ciudadanos eran personas muy despiadadas cuando algo les pasaba a los suyos.
En esta ocasión ocurrió lo mismo, la fábrica había tenido gran acogida, llevaba un mes de instalada y aún nadie se percataba del daño que hacían arrojando los residuos químicos al mar, estaban maravillados con las actividades que organizaban para atraer a la gente y vender la marca de sus productos. Todos querían conocer la industria y se realizó un tour para todos los colegios, los niños salían maravillados al conocer tantas cosas. Los colegios más prestigiosos entraban sin tanto trámite, a los colegios más indigentes les era un poco difícil. Hasta que un día una directora lo consiguió, logró que le permitieran pasar con 50 niños de todo el colegio y llevó consigo a 50 niños con las notas más altas, fue el premio que el centro educativo les otorgó, aunque luego ellos hubieran preferido no ser recompensados.
Así, se fueron niños entre 6 y 16 años del colegio con menos recursos que hubo en la ciudad, a conocer la única fábrica que existía en el lugar. Pero nadie adivinó la tragedia que ocurriría por un pequeño descuido, por sólo unos segundos de distracción y porque 50 niños tuvieron la mala suerte de haber nacido pobres.
Los empleados de la fábrica, a diferencia de otras veces, tenían órdenes de permitir que los niños permanezcan sólo unos minutos dando un recorrido rápido por la fábrica pero sin guía, así que continuaron su labor de todos los días, pero cometieron el gran error de continuar, imaginando que no había nadie en la fábrica y cuando menos pensaron, mientras los niños estaban en la plataforma mirando los brazos mecánicos que limpiaban los productos agrícolas antes de su transformación, alguien activó todo para empezar a calentar la maquinaria. Lo que allí se vio fue realmente espantoso, nadie salió ileso de aquellos segundos de tortura pero lamentablemente para todos los agraviados, nadie murió.
Los propietarios de aquella fábrica dejaron unas migajas para todas las víctimas y nunca más se supo de ellos, sólo que cada día el local se envejecía igual que la ciudad.


Los días pasaron y Alicia había empezado sus cursos PRE universitarios, no tenía tiempo para nada, sólo esperaba que la casualidad la encontrara con Manuela y sabría que volverían a hablarse como siempre que se extrañaban, pero claro Alicia tendría que dar el primer paso y si Manuela sonreía podría continuar. Manuela no iba a clases porque era en vano, ya sus tías la habían matriculado en Italia y la estaban esperando, sólo estaban terminando de hacer los trámites para salir del país. “Manu”, como la llamaba Alicia, necesitaba ver a su amiga pero no cedería, era ella quien debía estar allí. Y en sus obstinados pensamientos se quedó hasta que llegó el día de la partida, partió con el resentimiento más grande que se puede sentir hacia alguien, creía que a Alicia no le importaba que ella se fuera y para ella era mejor no verla nunca más. Se despidió en silencio mirando la casa de su “Licha”, como solía decirle y se vio a sí misma de niña jugando en el jardín con ella, cantando "pimpón es un muñeco gracioso y juguetón se lava la carita con agua y con jabón" la última canción que le habían enseñado ese día en la escuela. Volvió de sus recuerdos y regresó la joven de 16 años que se iba para siempre de la ciudad. Sin querer dejó olvidada a Antonieta, su muñeca de la infancia.
Los padres de Alicia no le contaron sobre la partida de Manuela por miedo a la despedida “será mejor así” decían “ahora está distraída en sus estudios y en sus nuevos amigos poco a poco se olvidará de todo”. Pero Alicia no dejaba de pensar en ella, habían pasado ya dos meses desde su partida y ella sentía un dolor que la asfixiaba, no soportó más y un día se acercó a su casa, pero al querer tocar la puerta vio algo extraño y más fue su sorpresa cuando le abrió un hombre totalmente desconocido “se encuentra Manuela” tartamudeó, “aquí no vive ninguna Manuela” obtuvo como respuesta. Se retiró lentamente cavilando en qué momento pudo haber cambiado todo y recordó que Manuela le había dicho que se mudarían, se tranquilizó pensando que tal vez estuvo muy ocupada con lo de la mudanza y sus estudios por lo cual no se habían podido ver y que también ella estuvo muy ocupada con sus estudios y por eso no se dio cuenta de la mudanza, pero ahora tenía un gran pretexto para ir a verla y pedirle disculpas, fue corriendo a casa a pedirle la dirección a su mamá, ella debía saber donde habían ido. Allí Alicia se enteró de todo lo que había ocurrido, quedó perpleja y con un sabor amargo en la boca, ¿por qué todos habían decidido traicionarla? se preguntaba, ¿por qué Manuela le había hecho esto?, ¿cómo pudo irse sin despedirse?, ¿no la quería?, ¿no le interesaba?. Su madre quien presenciaba su mutismo le dio a Antonieta “toma, la dejó olvidada en el jardín” dijo. Alicia la tomó se fue a su cuarto y allí siguió observando a la muñeca, sus recuerdos empezaron a surgir. Se hallaba en su habitación con Manu y peleaban por la muñeca que habían encontrado en un parque, no sabían cómo repartirla, Manuela no quería ceder la muñeca y aquella vez Alicia se había encaprichado con ella, ninguna de las dos cedía, hasta que de tanto tirar decapitaron a la triste y sucia muñeca, las dos cayeron al piso cada una con una parte de la muñeca, se miraron con odio y luego empezaron a reír a carcajadas porque justo un día antes el padre de Licha les había contado la historia de la Revolución Francesa y decidieron ponerle Maria Antonieta, Manuela se llevó el cuerpo y Alicia tenía la cabeza. Despertó de sus recuerdos, lentamente fue hasta el armario y sacó la cabeza de la muñeca, decidió no llorar porque no valía la pena y con un profundo rencor cerró aquel largo capítulo de su vida.


Los años pasaron y cada cual hizo su vida lo mejor que pudo, se prohibían los recuerdos de cada una, les dolía más de lo que querían aceptar. Manuela dejó la carrera de Medicina y tomó un curso de Teleoperadora, Alicia nunca llegó a ser enfermera, postuló a la carrera de Educación Inicial, cada cual se desempeñó lo mejor que pudo. Hasta que les llegó la edad del matrimonio, Alicia se casó, llegó a los 40 años y no tuvo hijos, vivía feliz con los niños a los que les dedicaba la vida entera junto con su esposo en una ciudad más grande. Manuela se casó y regresó al Perú, ya no a su ciudad de origen porque decía que allí ya no tenía nada que hacer sin sus padres, tuvo dos hijos a los que les dedicó todo su tiempo dejando su vida laboral a un lado.
El ultimo niño de Manuela cumplía 5 años, al siguiente día empezaba la escuela y su madre estaba emocionada y triste porque no sabía quien estaría a cargo de su último retoño, el pequeño estaba emocionado y triste porque tendría q dejar a su mamá sola en casa. Pensando en como sería su primer día de escuela, Rubencito se acostó hasta el otro día. A la mañana siguiente Manuela misma lo llevó a la escuela y lo dejó en su aula, aguardó unos minutos para conocer al maestro que se encargaría de Rubén, pero para su sorpresa entró una profesora, quien se presentó ante los padres de familia y explicó porqué el cambio repentino de tutor “Soy la maestra Alicia y cubriré el puesto del profesor Matías quien se haya con descanso médico. Se reincorporará a mitad de año pero con otro grupo”, Manuela se quedó sorprendida, no podía ser ella, no quería que fuera ella, no quería tener que verla todos los días después de tanto tiempo. Trató de no entablar comunicación con la maestra e intentó salir sin que la vieran, Alicia ya la había reconocido y estaba igual de desconcertada. Salió de prisa y le dio el alcance “Manu” llamó, y Manu volvió la vista, la miró la saludó y siguió su camino. Alicia se quedó parada sin saber qué hacer, nunca intentaba más de lo que Manuela le permitía, no se atrevió a intentar hablar con ella, pero pensó amargamente“Mañana le preguntaré porque se fue sin decirme nada”, pero Manuela nunca más volvió, al otro día su hijo fue retirado del colegio y los trámites los hizo su esposo. El resentimiento entre ellas continuó y nunca más pudieron hablar.
Tiempo después, con canas en el cabello y arrugas en la piel, se cruzaron nuevamente pero ya sin reconocerse, aunque algo instintivo las hizo volver la vista pero ambas dijeron mentalmente “No puede ser” y continuaron su camino.

lunes, octubre 31, 2005

Soledad

Salió de su casa como cada tarde. Solía caminar por las calles, por calles oscuras que ocultaran su llanto, buscando siempre lo que debía encontrar. No sabía cómo era ni dónde se hallaba, confiaba en que la casualidad y el destino la llevarían hasta “aquella persona” que acabaría con sus días de tristeza.

Soledad, se sentaba en los parques a mirar la gente pasar, buscaba sus ojos como tratando de penetrar en su alma. Los observaba fijamente para ver quien sería el que se atrevería a escucharla, a interesarse por ella. Miraba a los niños, a los jóvenes, a los señores y hasta a los ancianos, de cualquier sexo, eso no importaba, sólo importaba que fuera como ella, que sintiera como ella, ya no quería sentirse tan sola, ya no quería ocultarse más ante sus conocidos.
Quería hablar, disfrutar de sus gustos sin temores. A veces sólo se sentaba en los parques sin mirar a nadie, sumida en la más profunda de sus tristezas, pensando en no continuar, en no seguir más con esa absurda búsqueda, en la que había perdido gran parte de su vida, quien tuviera que llegar llegaría sin que lo busque, alguien que estuviera pasando por lo mismo que ella, que se comprendieran.


Pero por momentos sentía prisa de terminar su búsqueda, de hallar de una vez el remedio para ella, la parte que le correspondía en este mundo, cada vez su tristeza la lastimaba más, lloraba mirando el vacío, como si quisiera que sus lágrimas atrajeran más rápido el destino. Como si sus lágrimas fueran un canto de sirena que atraía a las personas a su mundo.

Nadie parecía percatarse de su presencia, era como si no existiera, como si fuera invisible como si su nombre la hubiera predestinado a lo que vivía y se dio cuenta que el mundo era demasiado grande, que todos tenían algo que hacer, alguien con quien hablar; que, ni llorando toda su vida lograría encontrar lo que buscaba. Decidió continuar y vivir aunque nunca encontrara lo suyo, decidió tomar lo que humildemente le llegue. Intentó recordar algo de ella pero no pudo, sólo podía recordar que pasaba los días paseando por los parques tranquilos o sentada frente al mar mirando un atardecer. Los recuerdos se habían borrado de su mente por completo, sólo se veía a sí misma caminando y llorando su tristeza. Se preocupó por esa amnesia temporal. El sol estaba mengüando, se acostó en el banco de un parque para que el sueño pudiera recobrar todos sus recuerdos. Sintió el sol quemándole la piel y sintió el viento de la tarde refrescándola luego, sentía que el sueño la vencía, decidió dormir para que al despertar empezara con su nueva vida, sin búsquedas, ni tristezas.
Durmió con mucha paz después de un largo tiempo. Cuando empezaba a despertar, sus ojos aún no podían divisar nada, había demasiada luz, sólo escuchó una voz muy lejana que decía: “Pobre, hace varias horas que ha muerto”.

viernes, octubre 28, 2005

Malas compañías

Siempre que estoy sola, lloro. Lloro porque recuerdo a mi familia, éramos tan unidos en aquel entonces. Luego, cuando llegaron “ellos” todo cambió.
Yo soy la última de tres hermanas, todos vivíamos con mamá, a papá nunca lo conocimos. Mamá solía decir que era un desgraciado que se desentendió de nosotras. Yo no lo creía, estaba segura que papá vendría por nosotras o que mandaría a alguien a llevarnos allá, a aquel lugarcito hermoso que había preparado en el tiempo que estuvo lejos. Nunca se lo dije a mamá.

Cuando cumplí once años, mis hermanas empezaron a alejarse de mí, no pasaban mucho tiempo en casa y no querían llevarme a donde iban. Mi madre solía decir que me pasaría lo mismo cuando tuviera su edad. Mi hermana, la mayor, tenía 19 y la segunda 17, no había mucha diferencia, se volvieron muy unidas yo ni siquiera tenía amigas por mi barrio porque según mi madre, era muy peligroso. Así que, sólo me quedó el pensar e imaginar cómo me divertiría si tuviera amigas. Empecé a inventar situaciones e imaginar lo que podría pasar, a veces hasta me reía delante de mamá, ella no entendía porqué.

Un día no tuve que imaginar más... estaba en el patio cuando apareció un joven. Al principio me asusté al verlo pero luego él me tranquilizó al contarme que su pelota había caído en mi patio y que había bajado a buscarla. La buscamos por todas partes y no la encontramos, él dijo que tal vez se equivocó de patio entonces empezamos a reír como dos tontos y esa fue la primera de muchas visitas que vendrían después.

En el colegio no quería jugar ni hablar con nadie, prefería pensar en lo que le contaría a mi nuevo amigo, a los demás parecía no importarles. Sólo un día me animé a contarle a mi única amiga sobre él. Ella estaba muy emocionada y quiso conocer al chico del que yo hablaba tantas maravillas, así que un recreo que lo vi junto al asta de bandera (no sé como se las arreglaba para entrar a cualquier lugar) la llevé a conocerlo.
“Este es mi amigo” le dije desbordante de risa. Al verlo junto al asta me miró con furia y me gritó, dijo que era una estúpida por burlarme de ella y se fue. Él se quedó triste con esa reacción y yo no sabía qué pensar. Luego me di cuenta que estaba celosa y nunca más le volví a hablar por tratar mal a alguien que no se lo merecía.

Habían pasado dos años ya desde que conocí a este chico tan misterioso, supe por sus recuerdos que se llamaba Simón. Ya no me importaba estar con mis hermanas, además ellas pensaban que era extraña. Una vez él me confesó que cuando yo era niña a veces venía a jugar conmigo, al principio no le creí. Pero luego recordé que hace mucho, había un niño que paseaba por la casa cuando nadie lo veía y me hacía reír mucho. En una ocasión cuando me llevaban al primer día de escuela él nos acompañó todo el camino sin que mamá se diera cuenta.

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Una mañana desperté y vi a un señor parado junto a mí a mi cama, me asusté y empecé a gritar. Todas entraron a mi habitación asustadas pero cuando traté de decirles lo del hombre en mi habitación me di cuenta que no estaba y tuve que decir que había tenido una pesadilla. Al salir del colegio apareció Simón con el mismo hombre que había estado en mi habitación por la mañana, quedé sorprendida al verlos juntos, pero ellos me explicaron todo.

Resultó ser, que los dos conocían a mi papá y que el señor entró de la misma manera en que siempre había entrado su hijo (sí, era padre de Simón) para decirme que papá iba a volver pronto por nosotras, que había estado cuidándonos siempre mediante otras personas porque sabía que mamá no quería volver a verlo. Me hicieron prometer que todo sería un secreto.

Los siguientes días los acompañé a realizar trámites que aún no comprendo para qué fueron, lo que me llevó a estar fuera gran parte del día. Mamá empezaba a preocuparse por mí, y yo sentía mucho remordimiento por ello, pero sabía que cuando todo estuviera arreglado ella sería la más feliz de todas.

Con el tiempo sus vistas empezaron a ser más precipitadas, aparecían cuando mi mamá o mi hermanas estaban en casa -para aquel entonces, ellas ya no vivían con nosotras pero llegaban siempre de visitas- ellas se asustaban y se iban o me reprendían y ordenaban que callara (creo que sospechaban que hablaba de papá). Mamá a veces lloraba a solas cuando se enteraba que había estado con ellos. Trataba de ocultarlo pero mi intuición de hija sabía que así había sido.

Cuando entraron en la sala un día que veíamos la televisión, sospeché que algo malo pasaba y grité muy consternada pidiéndoles que me explicaran qué había pasado, en ese momento mamá empezó a llorar desesperadamente y para calmarla tuve que contarle todo. Ella no entendió y me hizo prometer… perdón, jurar que no volvería a hablar con ellos. Y traté de hacerlo pero ellos no entendieron, siempre llegaban y por más que los echaba no se iban. Se iban sólo cuando querían, ya no eran tan amables como al principio.

Una noche que no podía dormir, fui a la cocina por un vaso con agua y al pasar por el dormitorio de mamá la oí hablando por teléfono con una de mis hermanas. No entendí bien pero pude deducir que querían enviarme a algún lugar. A mamá no le agradaban mis amistades, creo que sospechaba que eran amigos de papá.

Ahora estoy aquí, lejos de mi familia pero aún con “ellos”. Mamá no viene a verme, creo que nunca me perdonará que haya querido contactarme con mi padre, y desgraciadamente nuestro plan no funcionó. Papá nunca volvió. Ellos dicen que papá no me quiere y que ahora mamá tampoco, dicen que son “ellos" lo único que tengo.
Por eso cuando estoy sola en esta habitación de paredes blancas que parece flotar en el vacío, sin color, sin nada, sólo conmigo dentro, lloro.

Saludos

En este blog, me gustaría publicar algunos cuentos y pensamientos que he escrito. Quisiera que si tienen tiempo lo lean y me den sus criticas y opiniones. Les agradeceré mucho ese detalle.