Me pides, que te dé el sol en una noche oscura
Y ni siquiera la luna podría ofrecerte.
Me pides que te lleve a ver las estrellas
Y ni siquiera en la cima más alta podría lograrlo.
Cómo quisiera, coger una estrella,
un pedazo de luna y un poco de la luz del sol
guardarla en una caja y regalártela
un día oscuro, un día triste y un día difícil, y enterrarlos
para que jamás tengas que verlos.
Pero, soy una simple niña que ya empieza a tomar el
aspecto de un adulto y nada de eso puedo hacer.
Sólo tengo este corazón un poco magullado, ensombrecido,
incoloro y amorfo con el que todavía vivo.
Con gusto te lo daría aunque también tú, al final
de todo lo eches de tu lado.
martes, noviembre 14, 2006
viernes, septiembre 01, 2006
Aquellos pequeños detalles
Cuando oyó el cerrar de la puerta abrió los ojos, “ella” ya se había ido. Odiaba que llegara a acariciarla en sus arranques de ternura, Mariel siempre pensó que era sólo falsedad, pero ellos no quería decir que no la quisiera, al contrario, a pesar de todo la quería y eso la hacía sentir mal.
Siempre creyó que “ella”, su madre, era la mejor del mundo, la que lograba las cosas imposibles la que tenía todas las repuestas, ahora que era más grande comprendía que es un ser humano como todos y que por desgracia era un ser humano cuyos defectos desprecia. Como si hubiera juntado lo que más odiaba la pequeña Mariel, como si lo hubiera hecho a propósito.
Se levantó de la cama y cogió un libro, “algún escribiré como él” pensó, estaba segura que tenía habilidades para la escritura, continuó leyendo la historia de aquel grupo de viajeros que se perdieron en el desierto, sólo le faltaba una página para terminar ese capítulo.
- Esta muchacha jamás hará nada por la vida, a cualquier lugar al que vaya la rechazarán, es una floja ¡inútil! – decía su madre en la cocina. Mariel estaba cansada de escuchar lo mismo, sobre todo porque sabía que su madre lo decía siempre que creía que ella dormía. Eso hacía que durmiera hasta más tarde y no se atreviera a hacer nada porque no quería que “ella” se sintiera triunfadora. Salió de su cuarto y saludó:
- Buenos días mamá
- Hola hijita ¿te sirvo tu desayuno?
- No, ¿qué hay para el pan?
- Mantequilla
- No quiero eso
- Te preparo otra cosa o voy a comprar si quieres
- Hummm, prepárame un huevo voy a ver televisión
- Ahora te lo llevo
Su relación estaba basada en hipocresías (a pesar de que la hipocresía era algo que ella desaprobaba) ella despreciando a su madre interiormente y su madre también a ella, pero conviviendo como si nada pasará.
La madre de Mariel nunca pensó tener una hija como ella, era todo lo que nunca quiso, no era afectuosa, buena, ni amable por el contrario era muy hostil con las personas y era tan pocas las que lograban agradarle, daba mucho que hablar con sus comportamientos y no soportaba el hecho que pudieran estar hablando del “cómo la habrá educado su madre”, no se sentía orgullosa de ella a veces hasta la avergonzaba. Pero la amaba porque era su hija.
Mariel por su parte cada vez sentía más rechazo por su madre, era el típico ejemplo de lo que no quería ser: una mujer sin carácter, dominada por un hombre, que vivía preocupada por el qué dirán y ofreciéndole migajas a los pobres en “acto caritativo”, tan pegadas a las normas sociales. Sin embargo, a pesar de ello estaba dispuesta a dar lo que sea por su madre.Como todos los días esperó lerdamente la hora en que tuviera que irse, aunque sólo sea unas horas, a un mundo lleno de imperfección que no la hacía sentir mal por no ser suyo. Y marchó, y mientras marchaba pensaba que a una madre, al igual que a la patria, se la ama no por ser la mejor sino por ser de uno. Y volvió a vivir.
Siempre creyó que “ella”, su madre, era la mejor del mundo, la que lograba las cosas imposibles la que tenía todas las repuestas, ahora que era más grande comprendía que es un ser humano como todos y que por desgracia era un ser humano cuyos defectos desprecia. Como si hubiera juntado lo que más odiaba la pequeña Mariel, como si lo hubiera hecho a propósito.
Se levantó de la cama y cogió un libro, “algún escribiré como él” pensó, estaba segura que tenía habilidades para la escritura, continuó leyendo la historia de aquel grupo de viajeros que se perdieron en el desierto, sólo le faltaba una página para terminar ese capítulo.
- Esta muchacha jamás hará nada por la vida, a cualquier lugar al que vaya la rechazarán, es una floja ¡inútil! – decía su madre en la cocina. Mariel estaba cansada de escuchar lo mismo, sobre todo porque sabía que su madre lo decía siempre que creía que ella dormía. Eso hacía que durmiera hasta más tarde y no se atreviera a hacer nada porque no quería que “ella” se sintiera triunfadora. Salió de su cuarto y saludó:
- Buenos días mamá
- Hola hijita ¿te sirvo tu desayuno?
- No, ¿qué hay para el pan?
- Mantequilla
- No quiero eso
- Te preparo otra cosa o voy a comprar si quieres
- Hummm, prepárame un huevo voy a ver televisión
- Ahora te lo llevo
Su relación estaba basada en hipocresías (a pesar de que la hipocresía era algo que ella desaprobaba) ella despreciando a su madre interiormente y su madre también a ella, pero conviviendo como si nada pasará.
La madre de Mariel nunca pensó tener una hija como ella, era todo lo que nunca quiso, no era afectuosa, buena, ni amable por el contrario era muy hostil con las personas y era tan pocas las que lograban agradarle, daba mucho que hablar con sus comportamientos y no soportaba el hecho que pudieran estar hablando del “cómo la habrá educado su madre”, no se sentía orgullosa de ella a veces hasta la avergonzaba. Pero la amaba porque era su hija.
Mariel por su parte cada vez sentía más rechazo por su madre, era el típico ejemplo de lo que no quería ser: una mujer sin carácter, dominada por un hombre, que vivía preocupada por el qué dirán y ofreciéndole migajas a los pobres en “acto caritativo”, tan pegadas a las normas sociales. Sin embargo, a pesar de ello estaba dispuesta a dar lo que sea por su madre.Como todos los días esperó lerdamente la hora en que tuviera que irse, aunque sólo sea unas horas, a un mundo lleno de imperfección que no la hacía sentir mal por no ser suyo. Y marchó, y mientras marchaba pensaba que a una madre, al igual que a la patria, se la ama no por ser la mejor sino por ser de uno. Y volvió a vivir.
viernes, agosto 18, 2006
Verdades
Mirando el atardecer veo caer mi sueño junto con el sol
Mañana habrá otro día entero para intentarlo otra vez
Hoy ya no hay tiempo.
Mañana habrá otro día entero para intentarlo otra vez
Hoy ya no hay tiempo.
Arco Iris
El día está lluvioso, no puedo ver bien, afuera todo es borroso, tengo miedo de salir
Lo intento, pero el temor me tumba a la cama, miro al techo y parece venirse abajo, sobre mí, entonces duermo para no sentir lo que venga.
Despierto y ha salido el sol, todo es claro ahora, los niños juegan afuera, la gente se ilumina
Salgo y sonrío, todos se alegran…me esperaban para ver el arco iris.
Lo intento, pero el temor me tumba a la cama, miro al techo y parece venirse abajo, sobre mí, entonces duermo para no sentir lo que venga.
Despierto y ha salido el sol, todo es claro ahora, los niños juegan afuera, la gente se ilumina
Salgo y sonrío, todos se alegran…me esperaban para ver el arco iris.
En unas horas
Mi alma se encoge cuando estoy junto a ti, mi corazón no se inmuta
Tenerte a mi lado es tener una puesta de sol con mis colores favoritos
Unas horas contigo es mirar el cielo estrellado más hermoso que nunca
Las horas pasan lentas, en esos minutos nuestros, cantamos, reímos,
nos besamos, nos amamos, vivimos toda una vida, construimos una casa,
Tenerte a mi lado es tener una puesta de sol con mis colores favoritos
Unas horas contigo es mirar el cielo estrellado más hermoso que nunca
Las horas pasan lentas, en esos minutos nuestros, cantamos, reímos,
nos besamos, nos amamos, vivimos toda una vida, construimos una casa,
tenemos hijos…sólo por unas horas.
¿Cuándo lograrás alargar esas horas a días, esos días a meses,
¿Cuándo lograrás alargar esas horas a días, esos días a meses,
los meses a años y los años a toda una vida…juntos?
Nuestros corazones lo esperan con ansias desde hace mucho tiempo ya.
Quiero encontrarte un día, besarnos y no despegarnos más
Quiero que mi alma se encoja cuando estoy contigo y que mi corazón
Nuestros corazones lo esperan con ansias desde hace mucho tiempo ya.
Quiero encontrarte un día, besarnos y no despegarnos más
Quiero que mi alma se encoja cuando estoy contigo y que mi corazón
se inmute por ti
Quiero que lo que profesamos en esas horas clandestinas que le robamos
Quiero que lo que profesamos en esas horas clandestinas que le robamos
a la vida, pueda creerlo toda la vida.
Quiero decir que te amo y quiero que me lo digas…
Quiero decir que te amo y quiero que me lo digas…
pero quiero sentirlo de verdad.
COINCIDENCIAS
Un respiro excitado, debilidad en todo el cuerpo, no puedes estar en pie,
las piernas tiemblan y se doblegan, no entiendes porqué
pero sientes las ganas de encoger el cuerpo, de retorcerte, de gemir,
algo te ahoga, te oprime, no puedes hablar sólo gemir y llorar… llorar amargamente
es muy parecido al orgasmo, pero esto no es placentero
es el dolor que se instala en el cuerpo.
las piernas tiemblan y se doblegan, no entiendes porqué
pero sientes las ganas de encoger el cuerpo, de retorcerte, de gemir,
algo te ahoga, te oprime, no puedes hablar sólo gemir y llorar… llorar amargamente
es muy parecido al orgasmo, pero esto no es placentero
es el dolor que se instala en el cuerpo.
miércoles, agosto 16, 2006
Un pasado no muy lejano
Todos los días me levanto en el mismo lugar, salgo por la misma puerta y llego al mismo sitio, hablo con las mismas personas y espero horas de horas hasta que nuevamente salgo de allí y llegó a la misma casa, entro y me acuesto en el mismo lugar, para volver a levantarme otra vez a hacer lo mismo. Pero hoy decidí cambiar la rutina.
Salí muy temprano por la ventana trasera con una mochila donde llevaba algunos trapos, caminé en sentido contrario al que seguía todos los días, no tenía rumbo pero algo instintivo me llevaba a caminar raudamente como si conociera el camino.
Grande fue mi sorpresa al ver a lo lejos lo que era una especie de río rodeado de árboles. Vacilé, pues tan cerca de la ciudad era imposible hallar un río, pero la curiosidad pudo más que yo y caminé presurosa y con el corazón en la boca por la ansiedad que sentía al ver algo tan fuera de lo común. El camino no era tan corto como se veía y pasé horas caminando y nunca llegaba a mi destino, parecía no avanzar nunca, por lo tanto empecé a creer que se trataba de uno de mis tantos sueños en qué veía algo que me gustaba y nunca podía llegar a él. Me senté en la vereda y me recosté, había poca gente en las calles.
Al cabo de unos quince minutos, me percaté que había dormido recostada en la vereda y caí en la cuenta de la locura que había cometido. Decidí dar media vuelta, volver y llamar al trabajo para reportarme como enferma. Sin embargo seguía viendo ese río rodeado de árboles, pero una sonora risa llamó mi atención.
- “Si puedo oír risas no debo estar lejos del río”- pensé.
Corrí dispuesta a llegar a ese lugar como si de ello dependiera mi vida. Sólo tuve que avanzar dos cuadras.
Cuando llegué allí, vi un caballito con cuerno que pastaba, tuve la impresión que lo conocía de algún lugar y hasta me pareció natural su color azul. Me apuré a buscar a la persona que reía tan alegremente, pero no podía ver a nadie. Caminé un poco más y echado entre la sombra de dos árboles encontré a un persona muy delgada, extremadamente delgada, que de no ser porque estaba tarareando algo, no me hubiera percatado que estaba allí.
- Hola -le dije, un poco asustada pensando que se trataba de algún vago.
- Hola -me dijo poniéndose de pie.
- ¿Qué tarareas?, es una melodía muy linda.
- Un poco de mi vida -me respondió bajando la mirada.
- “Qué hombre tan raro” -pensé y sentí nuevamente temor -Pero parece que yo la conozco -dije tímidamente.
- ¿Te parece? -contestó muy entusiasmado.
- Estoy casi segura, de que la conozco pero no puedo recordar la letra -dije con más confianza al ver sus ojos.
- ¿La letra? Jajaja no creo que puedas recordar la letra, tal vez sólo la primera parte.
- ¿Por qué?
- Porque es la melodía de mi vida y aún no he acabado.
- Eso me sonó poético, pero es imposible.
- Hummmm ¿Cómo puede entusiasmarte lo poético y creer que algo es imposible?
- Me gusta lo que dices pero mi lógica sabe que es imposible y abstracto lo que dices.
- La lógica no es poética. Lo abstracto existe en la poesía. La lógica no.
- Tienes razón, pero de poesía no se vive.
- Y de la lógica tampoco. Dígamos que mantiene a los muertos en pie.
- Todo se me hace familiar y algo en mí me dice que es como dices, pero hay otra parte que no me deja creerte.
- ¿Me creerías si te digo que estuviste antes por acá?
- Sigues siendo ilógico
- Y tú sigues siendo una muerta en pie. ¿Puedes explicarme porqué todo se te hace tan conocido y familiar?
- No, y no puedo negar que algo se me hace familiar pero…
- ¡¡¡Oh no!!! mi unicornio
Recién me percataba que se trataba de un unicornio, me quedé un poco pasmada al ver a mi delgado amigo sentarse a mirar el río con una profunda tristeza. Me acerqué a él.
- Perdóname- le dije- te distraje, fue mi culpa, se fue por mi culpa.
- No, fue la mía, me distraje contigo y lo descuidé, creo que estoy a punto de terminar la melodía de mi vida.
- Quieres decir qué…
- Ese unicornio era muy importante para mí, y mi vida está por acabar sin él, pero sin él tampoco la puedo terminar.
- Te ayudaré a encontrarlo- dije muy mortificada y apenada.
- Es imprescindible para mí, no importa ya la canción, las canciones nacen solas. Los recuerdos no.
- Las canciones nacen solas, los recuerdos no- me repetí.
- ¿Entiendes?.
- Entiendo -repetí, empezando a creer.
- Tú recuerdas algo que pasó hace tiempo, porqué viviste algo. Los recuerdos no nacen solos
- “Mi unicornio azul ayer se me perdió…” lo recordé, esa es la canción que tarareabas.
- Esa canción acaba de nacer otra vez.
Así, poco a poco fui recordando que alguna vez pertenecí allí, pero no podía entender cómo y porque ahora me encontraba del otro lado, pero cada día que pasaba sentía que volvía a mí y esa sensación tan dolorosamente vacía que tenía antes de llegar allí había desaparecido, me pasaba horas de horas conversando con cualquiera que se acercara al río, mi delgado amigo llegaba casi siempre, todos los días con una nueva esperanza de que su unicornio volvería.
Un día llegó un personaje un poco retraído y se sentó junto al río tapándome la vista a la hermosa puesta de sol que estaba ocurriendo en ese instante, mi mirada clavada en su nuca hizo que volteara y me dijo:
- Mil disculpas reinita, no me percaté de tu presencia.
- Hola, ¿de dónde vienes?
- Pues, yo vengo de todos lados, bajo a los infiernos y subo al cielo casi siempre. Dígamos que no pertenezco a ninguno de los dos.
- Entonces estás en el Limbo
- Podría decirse que sí, pero ahora debo estar en el cielo, pues estoy viendo un angelito.
- ¿Por qué te ves tan triste?
- Porque me gustan las puestas de sol
- A mí me gustan las puestas de sol, ¿me veo triste también?
- Tal vez de perfil, un poco. Todos somos tristes en el fondo.
- A mí la tristeza me hace feliz.
- Qué razonable sueles ser a veces, ¿por qué te fuiste de acá?
- ¿Tú también me conociste?
- Yo te conozco por ti
- ¿Cómo era yo?
- Exactamente igual que ahora, pero más orientada. Aunque esa incertumbre tuya está cautivando a todos.
- ¿A todos?
- Hija mía, acá no ocurre nada sin que nosotros no lo sepamos, somos un grupo muy reducido.
- ¿Dónde están?, ¿Todos me conocen?
- Con tantas preguntas empiezas a recordarme a un pequeño y querido personaje que nunca dejaba de hacer preguntas, él cuidaba una rosa.
- Ohhhh yo recuerdo a ese personaje…
- Querida si piensas volver a casa será mejor que no recuerdes más.
- ¿Por qué?
- Serías muy infeliz cuando vuelvas, cuando lo sepas todo querrás quedarte pero no se podrá.
- ¿Por qué?, ¿me están echando de aquí?
- Si fuera necesario te echaríamos, yo te tomaría del brazo y te empujaría con esa tonta mochila con la que entraste, tú te irías muy triste y yo te miraría con desprecio, pero al dar la vuelta sólo mi corazón sabe lo que sentiría. Seguramente me encerraría a hacerte una canción.
- Y si te da pena echarme ¿porque lo harías?
- Por qué ya no puedes volver, tal vez visitarnos de vez en cuando hasta que desaparezcamos de tus recuerdos.
- No quiero que desaparezcan de mis recuerdos.
- Para nosotros sería más difícil aún. Tengo que irme, el sol ya se fue.
Un día recordé dónde vivía y recordé que mi familia debía estar muy preocupada, que había faltado tanto al trabajo que tal vez me echarían. Y empezaron las preocupaciones.
- Llegó el día- dijo tristemente mi delgado amigo.
- ¿Sabías que esto pasaría?
- Siempre, así nos dejaste la primera vez.
- Entonces no me iré
- Tienes que hacerlo, volverás luego y ya no habrá más esas preocupaciones, no debiste volver ahora.
- ¿Qué quieres decir?
- Te esperábamos, pero al ver tu mochila nos dimos cuenta que era no el momento, cuando vuelvas no necesitarás nada de eso. Y encontrarás nuevamente al unicornio.
- Pero, ¿por qué dices eso?
- No hagas tantas preguntas, sólo confórmate con saber que a pesar de tu mundo sigues siendo especial.
La palabra “especial” me hizo sentir bien. Me llenó de buenos augurios y partí con la esperanza de volver. Decidí no mirar atrás para no deprimirme y caminé hasta la avenida. A los minutos de caminar me alcanzó mi hermana corriendo y me dijo: “¿A dónde vas?, tienes que trabajar. Ya compré el pan para el desayuno. ¡Apúrate! Mi mamá nos espera”.
Me di cuenta que el tiempo no había pasado, allá en el otro lugar nunca corría el tiempo. Yo sólo esperaba que alguien haya podido encontrar su unicornio.
ooooooooooooooooooooo00000oooooooooooooooooooo
- Tal vez algún día mi unicornio regrese. Y ella vuelva amnésica e invente nuevamente la misma canción.
- Por lo menos sabes que está acá, ella ya no está.
- Pero va a volver.
- Sabes que eso podría no ser cierto.
- Déjame creerlo, extraño su presencia cerca al río.
- Yo extraño su ingenuidad, ojalá algún día vuelva.
- “Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo, ojalá que la luna pueda salir sin ti…”
- ¡Caramba! Pero esa canción nunca la iba a recordar.
Salí muy temprano por la ventana trasera con una mochila donde llevaba algunos trapos, caminé en sentido contrario al que seguía todos los días, no tenía rumbo pero algo instintivo me llevaba a caminar raudamente como si conociera el camino.
Grande fue mi sorpresa al ver a lo lejos lo que era una especie de río rodeado de árboles. Vacilé, pues tan cerca de la ciudad era imposible hallar un río, pero la curiosidad pudo más que yo y caminé presurosa y con el corazón en la boca por la ansiedad que sentía al ver algo tan fuera de lo común. El camino no era tan corto como se veía y pasé horas caminando y nunca llegaba a mi destino, parecía no avanzar nunca, por lo tanto empecé a creer que se trataba de uno de mis tantos sueños en qué veía algo que me gustaba y nunca podía llegar a él. Me senté en la vereda y me recosté, había poca gente en las calles.
Al cabo de unos quince minutos, me percaté que había dormido recostada en la vereda y caí en la cuenta de la locura que había cometido. Decidí dar media vuelta, volver y llamar al trabajo para reportarme como enferma. Sin embargo seguía viendo ese río rodeado de árboles, pero una sonora risa llamó mi atención.
- “Si puedo oír risas no debo estar lejos del río”- pensé.
Corrí dispuesta a llegar a ese lugar como si de ello dependiera mi vida. Sólo tuve que avanzar dos cuadras.
Cuando llegué allí, vi un caballito con cuerno que pastaba, tuve la impresión que lo conocía de algún lugar y hasta me pareció natural su color azul. Me apuré a buscar a la persona que reía tan alegremente, pero no podía ver a nadie. Caminé un poco más y echado entre la sombra de dos árboles encontré a un persona muy delgada, extremadamente delgada, que de no ser porque estaba tarareando algo, no me hubiera percatado que estaba allí.
- Hola -le dije, un poco asustada pensando que se trataba de algún vago.
- Hola -me dijo poniéndose de pie.
- ¿Qué tarareas?, es una melodía muy linda.
- Un poco de mi vida -me respondió bajando la mirada.
- “Qué hombre tan raro” -pensé y sentí nuevamente temor -Pero parece que yo la conozco -dije tímidamente.
- ¿Te parece? -contestó muy entusiasmado.
- Estoy casi segura, de que la conozco pero no puedo recordar la letra -dije con más confianza al ver sus ojos.
- ¿La letra? Jajaja no creo que puedas recordar la letra, tal vez sólo la primera parte.
- ¿Por qué?
- Porque es la melodía de mi vida y aún no he acabado.
- Eso me sonó poético, pero es imposible.
- Hummmm ¿Cómo puede entusiasmarte lo poético y creer que algo es imposible?
- Me gusta lo que dices pero mi lógica sabe que es imposible y abstracto lo que dices.
- La lógica no es poética. Lo abstracto existe en la poesía. La lógica no.
- Tienes razón, pero de poesía no se vive.
- Y de la lógica tampoco. Dígamos que mantiene a los muertos en pie.
- Todo se me hace familiar y algo en mí me dice que es como dices, pero hay otra parte que no me deja creerte.
- ¿Me creerías si te digo que estuviste antes por acá?
- Sigues siendo ilógico
- Y tú sigues siendo una muerta en pie. ¿Puedes explicarme porqué todo se te hace tan conocido y familiar?
- No, y no puedo negar que algo se me hace familiar pero…
- ¡¡¡Oh no!!! mi unicornio
Recién me percataba que se trataba de un unicornio, me quedé un poco pasmada al ver a mi delgado amigo sentarse a mirar el río con una profunda tristeza. Me acerqué a él.
- Perdóname- le dije- te distraje, fue mi culpa, se fue por mi culpa.
- No, fue la mía, me distraje contigo y lo descuidé, creo que estoy a punto de terminar la melodía de mi vida.
- Quieres decir qué…
- Ese unicornio era muy importante para mí, y mi vida está por acabar sin él, pero sin él tampoco la puedo terminar.
- Te ayudaré a encontrarlo- dije muy mortificada y apenada.
- Es imprescindible para mí, no importa ya la canción, las canciones nacen solas. Los recuerdos no.
- Las canciones nacen solas, los recuerdos no- me repetí.
- ¿Entiendes?.
- Entiendo -repetí, empezando a creer.
- Tú recuerdas algo que pasó hace tiempo, porqué viviste algo. Los recuerdos no nacen solos
- “Mi unicornio azul ayer se me perdió…” lo recordé, esa es la canción que tarareabas.
- Esa canción acaba de nacer otra vez.
Así, poco a poco fui recordando que alguna vez pertenecí allí, pero no podía entender cómo y porque ahora me encontraba del otro lado, pero cada día que pasaba sentía que volvía a mí y esa sensación tan dolorosamente vacía que tenía antes de llegar allí había desaparecido, me pasaba horas de horas conversando con cualquiera que se acercara al río, mi delgado amigo llegaba casi siempre, todos los días con una nueva esperanza de que su unicornio volvería.
Un día llegó un personaje un poco retraído y se sentó junto al río tapándome la vista a la hermosa puesta de sol que estaba ocurriendo en ese instante, mi mirada clavada en su nuca hizo que volteara y me dijo:
- Mil disculpas reinita, no me percaté de tu presencia.
- Hola, ¿de dónde vienes?
- Pues, yo vengo de todos lados, bajo a los infiernos y subo al cielo casi siempre. Dígamos que no pertenezco a ninguno de los dos.
- Entonces estás en el Limbo
- Podría decirse que sí, pero ahora debo estar en el cielo, pues estoy viendo un angelito.
- ¿Por qué te ves tan triste?
- Porque me gustan las puestas de sol
- A mí me gustan las puestas de sol, ¿me veo triste también?
- Tal vez de perfil, un poco. Todos somos tristes en el fondo.
- A mí la tristeza me hace feliz.
- Qué razonable sueles ser a veces, ¿por qué te fuiste de acá?
- ¿Tú también me conociste?
- Yo te conozco por ti
- ¿Cómo era yo?
- Exactamente igual que ahora, pero más orientada. Aunque esa incertumbre tuya está cautivando a todos.
- ¿A todos?
- Hija mía, acá no ocurre nada sin que nosotros no lo sepamos, somos un grupo muy reducido.
- ¿Dónde están?, ¿Todos me conocen?
- Con tantas preguntas empiezas a recordarme a un pequeño y querido personaje que nunca dejaba de hacer preguntas, él cuidaba una rosa.
- Ohhhh yo recuerdo a ese personaje…
- Querida si piensas volver a casa será mejor que no recuerdes más.
- ¿Por qué?
- Serías muy infeliz cuando vuelvas, cuando lo sepas todo querrás quedarte pero no se podrá.
- ¿Por qué?, ¿me están echando de aquí?
- Si fuera necesario te echaríamos, yo te tomaría del brazo y te empujaría con esa tonta mochila con la que entraste, tú te irías muy triste y yo te miraría con desprecio, pero al dar la vuelta sólo mi corazón sabe lo que sentiría. Seguramente me encerraría a hacerte una canción.
- Y si te da pena echarme ¿porque lo harías?
- Por qué ya no puedes volver, tal vez visitarnos de vez en cuando hasta que desaparezcamos de tus recuerdos.
- No quiero que desaparezcan de mis recuerdos.
- Para nosotros sería más difícil aún. Tengo que irme, el sol ya se fue.
Un día recordé dónde vivía y recordé que mi familia debía estar muy preocupada, que había faltado tanto al trabajo que tal vez me echarían. Y empezaron las preocupaciones.
- Llegó el día- dijo tristemente mi delgado amigo.
- ¿Sabías que esto pasaría?
- Siempre, así nos dejaste la primera vez.
- Entonces no me iré
- Tienes que hacerlo, volverás luego y ya no habrá más esas preocupaciones, no debiste volver ahora.
- ¿Qué quieres decir?
- Te esperábamos, pero al ver tu mochila nos dimos cuenta que era no el momento, cuando vuelvas no necesitarás nada de eso. Y encontrarás nuevamente al unicornio.
- Pero, ¿por qué dices eso?
- No hagas tantas preguntas, sólo confórmate con saber que a pesar de tu mundo sigues siendo especial.
La palabra “especial” me hizo sentir bien. Me llenó de buenos augurios y partí con la esperanza de volver. Decidí no mirar atrás para no deprimirme y caminé hasta la avenida. A los minutos de caminar me alcanzó mi hermana corriendo y me dijo: “¿A dónde vas?, tienes que trabajar. Ya compré el pan para el desayuno. ¡Apúrate! Mi mamá nos espera”.
Me di cuenta que el tiempo no había pasado, allá en el otro lugar nunca corría el tiempo. Yo sólo esperaba que alguien haya podido encontrar su unicornio.
ooooooooooooooooooooo00000oooooooooooooooooooo
- Tal vez algún día mi unicornio regrese. Y ella vuelva amnésica e invente nuevamente la misma canción.
- Por lo menos sabes que está acá, ella ya no está.
- Pero va a volver.
- Sabes que eso podría no ser cierto.
- Déjame creerlo, extraño su presencia cerca al río.
- Yo extraño su ingenuidad, ojalá algún día vuelva.
- “Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo, ojalá que la luna pueda salir sin ti…”
- ¡Caramba! Pero esa canción nunca la iba a recordar.
martes, febrero 07, 2006
Ciberespacio
Corriendo y corriendo piensa si no sería más sano detenerse. Si no debiera hacer las cosas más lentas pero a la vez más seguras. No sabe cómo empezó pero cree que ya no puede detenerse. Corre como alma que lleva el diablo, salta las bolsas de basuras que encuentra regada por las calles, choca contra los transeúntes quienes se paran a verlo correr entre asombrados y asustados. Al fin llega a un callejón sucio donde en cada puerta hay una mujer esperando por él, lo llaman, lo incitan, se siente tentado, pero tiene una dirección que buscar: “C56” decía el pedazo de papel arrugado y empapado de sudor. Trataba de ubicarlo en el acto y acabar con todo, ya no podía retroceder, pudo haberlo hecho antes de llegar hasta allí, pero ahora lo esperaban, miraba por todos lados sin poder distinguir los números, mientras mujeres gordas lo llamaban para que pasara hacia otras puertas.
Todo había empezado unos meses atrás, cuando Ricardo entró al maravilloso mundo del Chat. Había salido de vacaciones en la universidad y esta vez quiso descansar y no trabajar como cada fin ciclo, tenía dinero ahorrado y le permitía darse ese gusto, hasta pudo comprarse una computadora e instalar Internet en su casa para disfrutar su descanso cómo es debido. Compartía el departamento con tres jóvenes, pero se trataban muy poco, Ricardo casi no tenía tiempo para nada y con su nueva computadora se aisló aún más.
Se pasaba horas y horas en su habitación conociendo gente por el Chat, hasta que un día entró a la sala “Princesita del espacio” y lo saludó.
“Comandante cibernético”, que era el alias de Ricardo en el Chat, quedó impactado con el nombre sin saber porqué. Conversaron de forma privada y se dieron cuenta que tenían muchas cosas en común.
“Princesita del espacio” siempre lo dejada “colgado” con una última frase “mañana será otro día y podremos hablar de nuevas cosas” y desaparecía de la sala. Ricardo se quedaba sorprendido y como nunca fijaban un horario, se pasaba todo el día con el ordenador encendido esperando la alerta que indicaba que “ella” había ingresado.
Princesita del espacio dice: ¿Hola me esperaste por mucho tiempo?
Comandante cibernético dice: Sólo desde que te fuiste la última vez
Princesita del espacio dice: Qué tierno eres, cuéntame de ti
Comandante cibernético dice: No soy nada interesante, estudio administración pero ahora estoy de vacaciones este es mi último año, pero tú pareces ser más atrayente, háblame de ti
Princesita del espacio dice: Yo soy sólo una chica que pasa mucho tiempo sola, ¿qué podría decir de atractivo?
Princesita del espacio dice: Sin embargo tú eres un universitario, debes tener mucho mundo
Comandante cibernético dice: No creas, yo también paso mucho tiempo solo y haciendo cosas nada interesantes, sólo trabajo entre números.
Princesita del espacio dice: Mañana será otro día y podremos hablar de nuevas cosas.
Princesita del espacio ha abandonado la sala
Comandante cibernético dice: Espera no te vayas
Era muy tarde “ella” le había hecho lo mismo otra vez.
Todo el día pensaba en lo extraño que le resultaba ese medio, parecía como un alma al cual sentía de vez en cuando y no podía ver. Cómo aquella conversación había tenido muchas otras en las que sentía que se conocían más pero no llegaban a intimar.
Se disponía a acostarse cuando sonó la alerta, corrió al monitor y vio:
Princesita del espacio acaba de entrar en la sala
Princesita del espacio dice: ¿Estás ahí? Perdóname que te moleste, por favor dime si estás allí
Comandante cibernético dice: Sí, ¿qué te pasa Princesita?
Princesita del espacio dice: No lo sé, estoy llorando y no puedo parar
Comandante cibernético dice: ¿Por qué? ¿Qué te ha ocurrido?
Princesita del espacio dice: Soy una tonta
Comandante cibernético dice: No digas eso por favor y cuéntame ¿qué te ha ocurrido?
Princesita del espacio dice: No me digas nada sólo déjame escribir
Comandante cibernético dice: Está bien
Princesita del espacio dice: Soy una tonta por sentir estas cosas y llorar de esta manera
Princesita del espacio dice: Un día entré al Chat muy triste buscando un amigo, y este medio me pareció el mejor..
Princesita del espacio dice: sin que nadie me conozca, ni sepa quien soy…
Princesita del espacio dice: Y te hallé a ti que estabas igual de perdido y tuvimos una linda conversación, pero pensé que allí quedaría
Princesita del espacio dice: Pero cada día, cuando esperaba un nuevo amigo, te encontraba allí por mí, esperándome…
Princesita del espacio dice: Y cada día era igual y empezó a gustarme la idea y luego fui yo la que ya no pude dejar de venir
Comandante cibernético dice: Te quiero
Princesita del espacio dice: Ni siquiera sé en qué lugar del mundo estarás, ni cómo eres, pero también te quiero
Comandante cibernético dice: Quiero verte, quiero conocerte, estoy enamorado, ahora más con todo lo que me has dicho
Princesita del espacio dice: Cuando te diga lo que soy, ya no me querrás
Comandante cibernético dice: No me he enamorado de tu físico me he enamorado de tu alma, ¿qué podrías decirme que no me guste de ti?
Princesita del espacio dice: Júrame que vendrás a verme
Comandante cibernético dice: Te lo juro, ¿dime dónde estás?
Princesita del espacio dice: Calle Los Corales 152 casa C56 – Lima - Perú
Comandante cibernético dice: Estamos muy cerca podría ir ahora mismo si quisieras.
Princesita del espacio dice: ¿En serio eres de acá? ¿Alguna vez has caminado por allí?
Comandante cibernético dice: La verdad es que no salgo mucho, pero puedo tomar un taxi y llegar
Princesita del espacio dice: ¿Vendrás por mí aunque te diga quién soy?
Comandante cibernético dice: Iría por ti aunque te faltarán los brazos y las piernas y sería tu esclavo toda la vida
Princesita del espacio dice: Entonces déjame decírtelo antes de que vengas
Princesita del espacio dice: Desde que era niña vivo acá y mi madre trabajó acá para mantenernos, ella falleció hace seis meses y yo tuve que tomar su lugar para sobrevivir, he intentado salir de aquí, pero no he tenido mucha suerte…
Princesita del espacio dice: Soy prostituta
Comandante cibernético dice: -------------------
Princesita del espacio dice: Comprendo si no quieres responder
Comandante cibernético dice: No, eso no me importa. Yo te ayudaré a salir de esto, viviremos juntos te ayudaré a conseguir un trabajo y viviremos felices, ayudándonos mutuamente
Princesita del espacio dice: ¿De verdad harías todo eso por mí?
Comandante cibernético dice: Te quiero y haré lo que sea, en estos momentos voy por ti
Princesita del espacio dice: Te esperaré con mis maletas listas, no puedo creer que existan príncipes en el ciberespacio.
Comandante cibernético dice: Ni yo que existan las princesas
Comandante cibernético ha abandonado la sala
Princesita del espacio dice: Mañana será otro día y podremos hablar de nuevas cosas
Apuntó la dirección en un trozo de papel y lo estrujó en su puño, se dio cuenta que la calle quedaba más cerca de lo que creía y corrió y corrió hasta llegar allá.
Ahora se encuentra en medio de la calle, confundido, dubitativo, no sabe si precipitó las cosas por miedo a quedar como un canalla. Sólo siente que aquel amor que lo llevó corriendo hasta allá se fue desvaneciendo en el camino y sólo le queda incertidumbre.
Ricardo, piensa que es demasiado tarde y tiene que continuar, aunque… aún no es tan tarde, ella no sabe nada de él, no sabe dónde ubicarlo, ni siquiera sabe su nombre.
Decide salir pronto de allí, cruza la calle rápidamente y deja atrás a aquellas gordas de faldas diminutas y maquillaje exagerado, no mira a ningún lado, antes de salir del callejón le parece ver que alguien se para a esperarlo pero él sigue de frente, no hay tiempo de averiguar, toma un taxi y regresa a casa.
A las dos horas en el mismo callejón, una vieja con un lunar pintado sobre la boca grita:
- “¿Aún crees que vendrá?, los príncipes no existen por eso todas estamos acá”
- Sí vendrá, él lo prometió – contesta una linda jovencita sentada en las gradas con una maleta al lado.
- ¡Ay pequeña! Con tu rostro y tu físico podrías ganar lo suficiente para retirarte y vivir una vida digna, no existen los príncipes que llegan al rescate. Hay que saber cómo ayudarnos, estamos solas en el mundo – continuó la vieja
- Yo no quiero hacer esto, conocí a alguien maravilloso y él me ayudará. Yo sé que vendrá él lo prometió- suspiró la joven.
La señora, ya harta de tanta tontería y un poco compadecida exclamó:
- La pobre aún no entiende que la promesa de un hombre, sólo sirve para hundir más a la mujer. Por la promesa sin cumplir de un hombre es que todas estamos acá.
- Claro, a mí me prometieron una vida feliz con muchos hijos, y sólo obtuve a los hijos y ahora tengo que hacer esto para mantenerlos- comentó otra señora que estaba con un vestido rojo.
Y así continuaron recordando sus malas vivencias. Mientras las horas pasaban y Princesita del espacio seguía esperando a su Comandante cibernético sentada en la grada y cerrando los oídos para seguir creyendo en una promesa rota desde hacía algunas horas.
Todo había empezado unos meses atrás, cuando Ricardo entró al maravilloso mundo del Chat. Había salido de vacaciones en la universidad y esta vez quiso descansar y no trabajar como cada fin ciclo, tenía dinero ahorrado y le permitía darse ese gusto, hasta pudo comprarse una computadora e instalar Internet en su casa para disfrutar su descanso cómo es debido. Compartía el departamento con tres jóvenes, pero se trataban muy poco, Ricardo casi no tenía tiempo para nada y con su nueva computadora se aisló aún más.
Se pasaba horas y horas en su habitación conociendo gente por el Chat, hasta que un día entró a la sala “Princesita del espacio” y lo saludó.
“Comandante cibernético”, que era el alias de Ricardo en el Chat, quedó impactado con el nombre sin saber porqué. Conversaron de forma privada y se dieron cuenta que tenían muchas cosas en común.
“Princesita del espacio” siempre lo dejada “colgado” con una última frase “mañana será otro día y podremos hablar de nuevas cosas” y desaparecía de la sala. Ricardo se quedaba sorprendido y como nunca fijaban un horario, se pasaba todo el día con el ordenador encendido esperando la alerta que indicaba que “ella” había ingresado.
Princesita del espacio dice: ¿Hola me esperaste por mucho tiempo?
Comandante cibernético dice: Sólo desde que te fuiste la última vez
Princesita del espacio dice: Qué tierno eres, cuéntame de ti
Comandante cibernético dice: No soy nada interesante, estudio administración pero ahora estoy de vacaciones este es mi último año, pero tú pareces ser más atrayente, háblame de ti
Princesita del espacio dice: Yo soy sólo una chica que pasa mucho tiempo sola, ¿qué podría decir de atractivo?
Princesita del espacio dice: Sin embargo tú eres un universitario, debes tener mucho mundo
Comandante cibernético dice: No creas, yo también paso mucho tiempo solo y haciendo cosas nada interesantes, sólo trabajo entre números.
Princesita del espacio dice: Mañana será otro día y podremos hablar de nuevas cosas.
Princesita del espacio ha abandonado la sala
Comandante cibernético dice: Espera no te vayas
Era muy tarde “ella” le había hecho lo mismo otra vez.
Todo el día pensaba en lo extraño que le resultaba ese medio, parecía como un alma al cual sentía de vez en cuando y no podía ver. Cómo aquella conversación había tenido muchas otras en las que sentía que se conocían más pero no llegaban a intimar.
Se disponía a acostarse cuando sonó la alerta, corrió al monitor y vio:
Princesita del espacio acaba de entrar en la sala
Princesita del espacio dice: ¿Estás ahí? Perdóname que te moleste, por favor dime si estás allí
Comandante cibernético dice: Sí, ¿qué te pasa Princesita?
Princesita del espacio dice: No lo sé, estoy llorando y no puedo parar
Comandante cibernético dice: ¿Por qué? ¿Qué te ha ocurrido?
Princesita del espacio dice: Soy una tonta
Comandante cibernético dice: No digas eso por favor y cuéntame ¿qué te ha ocurrido?
Princesita del espacio dice: No me digas nada sólo déjame escribir
Comandante cibernético dice: Está bien
Princesita del espacio dice: Soy una tonta por sentir estas cosas y llorar de esta manera
Princesita del espacio dice: Un día entré al Chat muy triste buscando un amigo, y este medio me pareció el mejor..
Princesita del espacio dice: sin que nadie me conozca, ni sepa quien soy…
Princesita del espacio dice: Y te hallé a ti que estabas igual de perdido y tuvimos una linda conversación, pero pensé que allí quedaría
Princesita del espacio dice: Pero cada día, cuando esperaba un nuevo amigo, te encontraba allí por mí, esperándome…
Princesita del espacio dice: Y cada día era igual y empezó a gustarme la idea y luego fui yo la que ya no pude dejar de venir
Comandante cibernético dice: Te quiero
Princesita del espacio dice: Ni siquiera sé en qué lugar del mundo estarás, ni cómo eres, pero también te quiero
Comandante cibernético dice: Quiero verte, quiero conocerte, estoy enamorado, ahora más con todo lo que me has dicho
Princesita del espacio dice: Cuando te diga lo que soy, ya no me querrás
Comandante cibernético dice: No me he enamorado de tu físico me he enamorado de tu alma, ¿qué podrías decirme que no me guste de ti?
Princesita del espacio dice: Júrame que vendrás a verme
Comandante cibernético dice: Te lo juro, ¿dime dónde estás?
Princesita del espacio dice: Calle Los Corales 152 casa C56 – Lima - Perú
Comandante cibernético dice: Estamos muy cerca podría ir ahora mismo si quisieras.
Princesita del espacio dice: ¿En serio eres de acá? ¿Alguna vez has caminado por allí?
Comandante cibernético dice: La verdad es que no salgo mucho, pero puedo tomar un taxi y llegar
Princesita del espacio dice: ¿Vendrás por mí aunque te diga quién soy?
Comandante cibernético dice: Iría por ti aunque te faltarán los brazos y las piernas y sería tu esclavo toda la vida
Princesita del espacio dice: Entonces déjame decírtelo antes de que vengas
Princesita del espacio dice: Desde que era niña vivo acá y mi madre trabajó acá para mantenernos, ella falleció hace seis meses y yo tuve que tomar su lugar para sobrevivir, he intentado salir de aquí, pero no he tenido mucha suerte…
Princesita del espacio dice: Soy prostituta
Comandante cibernético dice: -------------------
Princesita del espacio dice: Comprendo si no quieres responder
Comandante cibernético dice: No, eso no me importa. Yo te ayudaré a salir de esto, viviremos juntos te ayudaré a conseguir un trabajo y viviremos felices, ayudándonos mutuamente
Princesita del espacio dice: ¿De verdad harías todo eso por mí?
Comandante cibernético dice: Te quiero y haré lo que sea, en estos momentos voy por ti
Princesita del espacio dice: Te esperaré con mis maletas listas, no puedo creer que existan príncipes en el ciberespacio.
Comandante cibernético dice: Ni yo que existan las princesas
Comandante cibernético ha abandonado la sala
Princesita del espacio dice: Mañana será otro día y podremos hablar de nuevas cosas
Apuntó la dirección en un trozo de papel y lo estrujó en su puño, se dio cuenta que la calle quedaba más cerca de lo que creía y corrió y corrió hasta llegar allá.
Ahora se encuentra en medio de la calle, confundido, dubitativo, no sabe si precipitó las cosas por miedo a quedar como un canalla. Sólo siente que aquel amor que lo llevó corriendo hasta allá se fue desvaneciendo en el camino y sólo le queda incertidumbre.
Ricardo, piensa que es demasiado tarde y tiene que continuar, aunque… aún no es tan tarde, ella no sabe nada de él, no sabe dónde ubicarlo, ni siquiera sabe su nombre.
Decide salir pronto de allí, cruza la calle rápidamente y deja atrás a aquellas gordas de faldas diminutas y maquillaje exagerado, no mira a ningún lado, antes de salir del callejón le parece ver que alguien se para a esperarlo pero él sigue de frente, no hay tiempo de averiguar, toma un taxi y regresa a casa.
A las dos horas en el mismo callejón, una vieja con un lunar pintado sobre la boca grita:
- “¿Aún crees que vendrá?, los príncipes no existen por eso todas estamos acá”
- Sí vendrá, él lo prometió – contesta una linda jovencita sentada en las gradas con una maleta al lado.
- ¡Ay pequeña! Con tu rostro y tu físico podrías ganar lo suficiente para retirarte y vivir una vida digna, no existen los príncipes que llegan al rescate. Hay que saber cómo ayudarnos, estamos solas en el mundo – continuó la vieja
- Yo no quiero hacer esto, conocí a alguien maravilloso y él me ayudará. Yo sé que vendrá él lo prometió- suspiró la joven.
La señora, ya harta de tanta tontería y un poco compadecida exclamó:
- La pobre aún no entiende que la promesa de un hombre, sólo sirve para hundir más a la mujer. Por la promesa sin cumplir de un hombre es que todas estamos acá.
- Claro, a mí me prometieron una vida feliz con muchos hijos, y sólo obtuve a los hijos y ahora tengo que hacer esto para mantenerlos- comentó otra señora que estaba con un vestido rojo.
Y así continuaron recordando sus malas vivencias. Mientras las horas pasaban y Princesita del espacio seguía esperando a su Comandante cibernético sentada en la grada y cerrando los oídos para seguir creyendo en una promesa rota desde hacía algunas horas.
lunes, febrero 06, 2006
Mi otra vida
Dicen que uno debe tener mucho cuidado con lo que desea, y parece ser cierto.
Yo fui una persona que vivió en una familia extremadamente egoísta, dónde cada cual se anteponía a los demás: era un caos.
Tuve todo lo que cualquier chico hubiera deseado, y me convertí en un patán.
A la imagen y semejanza del ceno familiar, nunca me ocupé de nadie excepto de mí,
Ya entrado en años y al verme tan solo, sin una sola mujer que viera algo bueno en mí, me di cuenta que me había vuelto una bestia, que no tenía sentimientos y no me interesaba nada excepto acostarme con alguien y luego dejarlas.
Cuando me exigían sentimientos, les daba todo lo material para que olvidaran esa ridiculez, les compraba ropa, joyas y les hacía miles de regalos e invitaciones.
A alguna, con la que quise quedarme para no tener que estar variando de mujer cada mes, le compré una bella casa para que viviera feliz recibiendo mis visitas esporádicas. Pero eso no la contentaba, sólo le hacía feliz verme.
Allí comprendí que la mujer es un raro fenómeno en la tierra, me di cuenta que debía ser maravilloso ser feliz con algo tan simple y que no costaba nada. Pues gasté un dineral intentando que olvide que no la quería, sin embargo ella decía quererme tanto que no le importaba lo demás.
Por eso cuando cumplí los setenta y no tuve a nadie a mi lado, sólo el recuerdo de aquella dulce criatura a la que maltraté, deseé no haber tenido la familia que tuve, ni haber sido el hombre que fui, más bien quise ser como una dulce, tierna y sensible mujer que no necesitaba nada más que una sonrisa para ser feliz, quise que las cosas me hayan costado mi sudor y así poder apreciarlas, quise que alguien me hubiera dado su tiempo y su cariño para saber que eso es mucho más valioso que el dinero. Pero ya estaba viejo, la única manera en qué podía haber pasado aquello era empezando de nuevo, poco a poco me fui acabando y la soledad de la vejez fue mi estocada final.
Y, hay que tener mucho cuidado con lo que se desea. Empecé de nuevo. Volví a nacer.
Ahora soy una dulce chica, que nació de una familia muy humilde a la que siempre le faltó todo excepto el amor y la comprensión, me cuesta mucho conseguir las cosas y cuando logro algo aunque sea muy pequeño me siento muy orgullosa, tengo gente muy buena a mi lado, que me quiere y me estima mucho.
Sin embargo ahora me siento débil, me gustaría tener la fuerza suficiente para luchar contra aquellos opresores de gente como nosotros. Me gustaría no tener que pensar tanto en los demás para no tener escrúpulos y no sufrir.
Cada día envejezco como una más, y aunque tal vez ahora no he hecho tanto a daño a los demás como en mi otra vida, tampoco he hecho nada bueno por nadie, y estoy muriendo poco a poco una vez más. Sola otra vez, con los recuerdos de aquella gente que me quiso tanto. Sólo me queda desear no volver a vivir esta vida y ojalá se cumplan este deseo también.
Yo fui una persona que vivió en una familia extremadamente egoísta, dónde cada cual se anteponía a los demás: era un caos.
Tuve todo lo que cualquier chico hubiera deseado, y me convertí en un patán.
A la imagen y semejanza del ceno familiar, nunca me ocupé de nadie excepto de mí,
Ya entrado en años y al verme tan solo, sin una sola mujer que viera algo bueno en mí, me di cuenta que me había vuelto una bestia, que no tenía sentimientos y no me interesaba nada excepto acostarme con alguien y luego dejarlas.
Cuando me exigían sentimientos, les daba todo lo material para que olvidaran esa ridiculez, les compraba ropa, joyas y les hacía miles de regalos e invitaciones.
A alguna, con la que quise quedarme para no tener que estar variando de mujer cada mes, le compré una bella casa para que viviera feliz recibiendo mis visitas esporádicas. Pero eso no la contentaba, sólo le hacía feliz verme.
Allí comprendí que la mujer es un raro fenómeno en la tierra, me di cuenta que debía ser maravilloso ser feliz con algo tan simple y que no costaba nada. Pues gasté un dineral intentando que olvide que no la quería, sin embargo ella decía quererme tanto que no le importaba lo demás.
Por eso cuando cumplí los setenta y no tuve a nadie a mi lado, sólo el recuerdo de aquella dulce criatura a la que maltraté, deseé no haber tenido la familia que tuve, ni haber sido el hombre que fui, más bien quise ser como una dulce, tierna y sensible mujer que no necesitaba nada más que una sonrisa para ser feliz, quise que las cosas me hayan costado mi sudor y así poder apreciarlas, quise que alguien me hubiera dado su tiempo y su cariño para saber que eso es mucho más valioso que el dinero. Pero ya estaba viejo, la única manera en qué podía haber pasado aquello era empezando de nuevo, poco a poco me fui acabando y la soledad de la vejez fue mi estocada final.
Y, hay que tener mucho cuidado con lo que se desea. Empecé de nuevo. Volví a nacer.
Ahora soy una dulce chica, que nació de una familia muy humilde a la que siempre le faltó todo excepto el amor y la comprensión, me cuesta mucho conseguir las cosas y cuando logro algo aunque sea muy pequeño me siento muy orgullosa, tengo gente muy buena a mi lado, que me quiere y me estima mucho.
Sin embargo ahora me siento débil, me gustaría tener la fuerza suficiente para luchar contra aquellos opresores de gente como nosotros. Me gustaría no tener que pensar tanto en los demás para no tener escrúpulos y no sufrir.
Cada día envejezco como una más, y aunque tal vez ahora no he hecho tanto a daño a los demás como en mi otra vida, tampoco he hecho nada bueno por nadie, y estoy muriendo poco a poco una vez más. Sola otra vez, con los recuerdos de aquella gente que me quiso tanto. Sólo me queda desear no volver a vivir esta vida y ojalá se cumplan este deseo también.
martes, enero 31, 2006
Un domingo muy temprano, escuchando música
Esta vez se levantó completamente decidido a cumplir con lo que siempre deseó, cogió el instrumento con el que vio salir muchas noches a su padre y lo guardó en su mochila pintada con los símbolos de sus grupos de rock favoritos. Era la mochila que usaba en la secundaria, en aquellos tiempos en los que le gustaba ACDC, Gun’s and roses, Nirvana, Perl Jam, Metálica y colocaba sus emblemas en la mochila imitando a todos sus compañeros, porque en realidad, esos grupos ni siquiera los entendía ni le interesaban.
Hacía 15 años desde esa época, ahí de cuclillas se quedó observando fijamente los símbolos, tal vez atrapado en algún recuerdo; al instante volvió a su realidad, se puso de pie cogió una pequeña grabadora muy antigua que decía “Royal” en letras rojas y tomó un casete de Serú Girán. Todo lo guardó en la mochila y se tendió en la cama aún desordenada.
Allí se quedó mirando al techo, observando la habitación en la que durmió 37 años, aún estaban colgados tras la puerta sus zapatos de bebé, y él aún dormía allí, luego de 37 años, toda su vida estaba allí, nada había cambiado, era hora de que algo cambiara. Tomó valor y se vistió, se puso una camisa de la adolescencia que aún guardaba, no había engordado mucho. Se colocó una bermuda que su madre le había regalado una semana atrás. Cogió la mochila que ya pesaba y bajó las escaleras lentamente, como si se estuviera arrepintiendo., decidió dejar una carta explicándolo todo. Abajo lo esperaba su progenitora para tomar el desayuno, le dio una explicación breve y se disculpó por tener que ausentarse tan temprano, ella entendió. La beso tiernamente en la frente y salió.
Ya no había marcha atrás, ya no podía volver, apuraba el paso pero sentía que no podía ser más rápido, trató de serenarse. Se detuvo en una esquina a leer los titulares, siempre lo mismo: Lío entre políticos, sádico que viola a su hija, chofer imprudente se desbarranca y deja como saldo 10 heridos, fraude en el Poder Judicial. Nada había cambiado. Y nada cambiaría para él.
Continuó su camino ya no había porqué dilatar más su decisión, ya faltaban sólo unas cuadras. A lo lejos podía divisar la casa. Llevaba abandonada 25 años, lo único que recordaba es que allí vio salir a la mujer que estaba destinada para él, tendría 10 años, él tenía 12 y se quedó con la certeza de haber encontrado a su alma gemela pero nunca más la volvió a ver, a la semana siguiente se enteró que ya nadie habitaba esa casa y poco a poco la vio envejecer y caer, aún permanecía allí como detenida en el tiempo en medio de las nuevas construcciones, como si fuera invisible, como si no existiera.
Ya estaba en la casa abandonada. Miró a los lados, no había nadie. Entró por la ventana y empezó a mirar los vidrios rotos, las botellas de licor, los puchos de cigarros, siguió avanzando, miró los baños, la cocina, entró a un dormitorio. Habían dejado olvidados figuras en la pared, era el dormitorio de una niña, pensó que era de ella y decidió que allí sería.
Se tiró al piso lleno de polvo de la misma forma como lo hizo en su habitación, pensó en lo agradable que sería vivir allí mientras miraba revolotear a unos murciélagos. Luego reaccionó, no podía, le esperaba algo mejor. Tomó su mochila sacó la grabadora y le colocó las pilas que había comprado un día antes, ubicó el lado B de su casete de Serú Giran. Sonaba “Viernes 3 a.m.”
Al otro día se leía en los diarios: “Joven de 15 años coge arma de padre y se mata en casa abandonada, víctima sufría de esquizofrenia”
Hacía 15 años desde esa época, ahí de cuclillas se quedó observando fijamente los símbolos, tal vez atrapado en algún recuerdo; al instante volvió a su realidad, se puso de pie cogió una pequeña grabadora muy antigua que decía “Royal” en letras rojas y tomó un casete de Serú Girán. Todo lo guardó en la mochila y se tendió en la cama aún desordenada.
Allí se quedó mirando al techo, observando la habitación en la que durmió 37 años, aún estaban colgados tras la puerta sus zapatos de bebé, y él aún dormía allí, luego de 37 años, toda su vida estaba allí, nada había cambiado, era hora de que algo cambiara. Tomó valor y se vistió, se puso una camisa de la adolescencia que aún guardaba, no había engordado mucho. Se colocó una bermuda que su madre le había regalado una semana atrás. Cogió la mochila que ya pesaba y bajó las escaleras lentamente, como si se estuviera arrepintiendo., decidió dejar una carta explicándolo todo. Abajo lo esperaba su progenitora para tomar el desayuno, le dio una explicación breve y se disculpó por tener que ausentarse tan temprano, ella entendió. La beso tiernamente en la frente y salió.
Ya no había marcha atrás, ya no podía volver, apuraba el paso pero sentía que no podía ser más rápido, trató de serenarse. Se detuvo en una esquina a leer los titulares, siempre lo mismo: Lío entre políticos, sádico que viola a su hija, chofer imprudente se desbarranca y deja como saldo 10 heridos, fraude en el Poder Judicial. Nada había cambiado. Y nada cambiaría para él.
Continuó su camino ya no había porqué dilatar más su decisión, ya faltaban sólo unas cuadras. A lo lejos podía divisar la casa. Llevaba abandonada 25 años, lo único que recordaba es que allí vio salir a la mujer que estaba destinada para él, tendría 10 años, él tenía 12 y se quedó con la certeza de haber encontrado a su alma gemela pero nunca más la volvió a ver, a la semana siguiente se enteró que ya nadie habitaba esa casa y poco a poco la vio envejecer y caer, aún permanecía allí como detenida en el tiempo en medio de las nuevas construcciones, como si fuera invisible, como si no existiera.
Ya estaba en la casa abandonada. Miró a los lados, no había nadie. Entró por la ventana y empezó a mirar los vidrios rotos, las botellas de licor, los puchos de cigarros, siguió avanzando, miró los baños, la cocina, entró a un dormitorio. Habían dejado olvidados figuras en la pared, era el dormitorio de una niña, pensó que era de ella y decidió que allí sería.
Se tiró al piso lleno de polvo de la misma forma como lo hizo en su habitación, pensó en lo agradable que sería vivir allí mientras miraba revolotear a unos murciélagos. Luego reaccionó, no podía, le esperaba algo mejor. Tomó su mochila sacó la grabadora y le colocó las pilas que había comprado un día antes, ubicó el lado B de su casete de Serú Giran. Sonaba “Viernes 3 a.m.”
La fiebre de un sábado azul y un domingo sin tristezas… pensaba en que si hubiera sido viernes y no domingo todo habría sido mejor. …
y en tu voz sólo un pálido adiós. Y el reloj en tu puño marcó las tres…, pensaba en que si hubiera salido más temprano también hubiera ayudado. …
cambiaste de sexo y de Dios, de color y de fronteras…Miró su reloj, ya eran las 8:30 a.m., ni siquiera eso podía hacer a tiempo
pero en sí nada más cambiarás… cogió el arma que le sirvió como herramienta de trabajo por tantos años a su padre. …
y llevas el caño a tu sien apretando bien las muelas…Había llegado la hora.
Y cierras los ojos y ves, todo el mar en primavera…la canción había parado, la grabadora empezó a coger la cinta y hacía un ruido muy extraño, ya no podía hacer nada por su cinta sólo continuar la canción
¡Bang!, ¡Bang! ¡Bang!.
Al otro día se leía en los diarios: “Joven de 15 años coge arma de padre y se mata en casa abandonada, víctima sufría de esquizofrenia”
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